Por Enrique Guillermo Avogadro
“La única política eficaz de aquella marioneta populista, manipulada por el régimen
cubano, era comprar a muy alto precio sus apoyos políticos gracias al maná petrolero”.
Laurence Debray
El triunfo tan claro como inesperado de La Libertad Avanza en las elecciones legislativas produjo varios efectos en la oposición, en el proceder del oficialismo y hasta en el Poder Judicial, que ha percibido los nuevos vientos en las veletas que coronan el edificio de Comodoro Py. El pero-kirchnerismo implosionó y, ya en manada, comienza a olvidar el despótico dedo con el que Cristina Fernández lo gobernó desde 2010; el radicalismo, está en camino a desaparecer de la mano de Martín Lousteau; y Javier Milei da señales de haber aprendido el arte de la política. La transitoria tranquilidad en la que los argentinos vivimos desde entonces me permite hoy dedicar esta columna a nuestra región y a los trascendentales cambios que se están produciendo y que, seguramente, continuarán.
En Chile, el domingo mostró la fuerte caída de la izquierda gobernante, representada por la comunista Jeannette Jara y la impopularidad del Presidente Gabriel Boric, cuestionado por su notorio fracaso económico y, sobre todo, por su política de seguridad, afectada por el narcotráfico y el pertinaz terrorismo mapuche. Todo indica que en el ballotage, el 16 de diciembre, resultará triunfador José Antonio Katz, ya que votarán por él los seguidores de Axel Kaiser, de Evelyn Matthei y muchos de quienes acompañaron a Franco Parisi, el outsider que alcanzó un inesperado 20%. El país se sumará entonces a los varios que ya dejaron atrás el ladri-progresismo, ese campo minado por la corrupción masiva que, hace dos décadas, pusieron de moda con la UNASUR Hugo Chávez, Néstor Kirchner, Luiz Lula da Silva, Evo Morales y Rafael Correa.
En Ecuador, Daniel Noboa, al convocar a un referéndum para decidir políticas importantes – reforma constitucional y previsional, radicación de bases extranjeras (EEUU) en su territorio, etc. – cometió un error táctico ya que todas fueron rechazadas por la sociedad, algo que no hubiera sucedido de haber sido votadas una a una. El Presidente vive jaqueado por el narcoterrorismo que combate por las rutas de exportación, con el consecuente crecimiento de la inseguridad, y por las fuertes protestas de las organizaciones indígenas, afectadas por el aumento en el costo de vida.
Bolivia, hundida en una ciénaga infernal por veinte años del MAS en el poder, parece hoy resurgir de la mano de Rodrigo Paz, que se ha sumado al “eje del bien” y cuenta con el apoyo de USA. Aunque el criminal Evo Morales continúa refugiado en el Chapare, protegido por las hordas cocaleras, y promete resistir a cualquier tentativa de la Justicia de detenerlo por el estupro por el cual fue condenado, su dura pelea con su delfín, el ex Presidente Luis Arce, no sólo llevó a su partido a perder las presidenciales sino, también, las mayorías parlamentarias de las que gozó tanto tiempo.
Perú mantiene una envidiable estabilidad económica, sostenida por la independencia total del Banco Central de Reserva. El Presidente José Jari, que gobernará hasta julio de 2026, parece contar, aunque tiene un complicado pasado (acusaciones de agresiones sexuales y de corrupción), con cierto apoyo motivado en el hartazgo generalizado a todo cuanto huela a político. Y el enorme puerto que está construyendo China en Chancay, que permitirá también exportar productos brasileños, generará una gran actividad económica y mejorará el nivel de vida de su población.
En Colombia, el Gustavo Petro está muy complicado por su franco enfrentamiento con Donald Trump, que ha aplicado fuertes sanciones arancelarias, por su silente respaldo al sangriento tirano Nicolás Maduro, y por la expansión de los cultivos de coca que generan nuevos enfrentamientos armados entre las bandas narco-terroristas que asolaron a su país durante medio siglo y que hoy encuentran santuarios en territorio venezolano por obra y gracia de su aliado, el Cártel de los Soles.
Paraguay se ha transformado en un gran imán para las inversiones externas debido a sus laxas políticas tributarias y, al menos por ahora, no parece que vaya a cambiar su situación política. Y lo mismo sucede en Uruguay, pese a que Yamandú Orsi está intentado implantar medidas falsamente progresistas, por ejemplo en materia previsional, que pondrán en juego muchos de los logros de su antecesor, Luis Lacalle Pou; para agravar el panorama, también se ha hecho presente el narcotráfico violento, que trae de la mano la inseguridad ciudadana.
Luiz Inácio Lula da Silva, después de enfrentar a Trump, ahora está tratando de recomponer esa relación, que le ha costado la imposición de aranceles del 50%. Y se ha visto obligado a modificar su laxa postura ante los cárteles criminales nativos por el fuerte respaldo que obtuvo en la opinión pública el duro operativo que realizó el Gobernador de Rio de Janeiro contra el Comando Vermelho, que costó 132 muertes.
Nicolás Maduro y Diosdado Cabello están buscando alguna forma de diálogo que permita – algo sumamente improbable – a algunos jerarcas del régimen usurpador salir indemnes después de tantos desmanes que han cometido, destruyendo la economía de Venezuela, uno de los mayores productores mundiales de petróleo, y forzando al exilio a ocho millones de compatriotas, mientras matan y torturan a sus opositores internos.
Pero hay un surgente factor que puede cambiar radicalmente el panorama global: la llamada “Generación Z” – nacidos entre 1997 y 2012 – ha tomado conciencia de su poder a raíz del éxito obtenido en Nepal, donde derrumbó al gobierno pro-chino, y ya ha comenzado a manifestarse con masivas protestas en Kenya, Bangladesh, Sri Lanka, Marruecos, Mozambique y Madagascar, y en la región, en México y Perú, harta de castas políticas corruptas que ignoran completamente las necesidades reales de sus pueblos. Si recordamos cuántos dramáticos cambios en el mundo trajo aparejados la Primavera Arabe, se justifica que prestemos atención a este tema en el futuro inmediato.

Argentina
España
USA
Israel















