La fragilidad de las leyes flojas de papeles
Recoge velas el peronismo del Congreso, para evitar el peligro de que los proyectos que sanciona el Senado puedan ser impugnados
en la Justicia, por haber sido aprobados con un sistema flojo de papeles. La presentación que hizo el bloque de la oposición ante la Justicia impugna el protocolo de sesiones remotas que impuso Cristina de Kirchner, por no haber sido aprobado con los 2/3 de votos que necesita cualquier cambio reglamentario. Si esa queja prospera en tribunales, la pelea puede superar el cruce simple de chicanas, y convertirse en un bloqueo legislativo.
Esta semana irán al recinto del Senado los proyectos de quita de fondos a la CABA y el régimen para las empresas informáticas (“Economía del conocimiento”). Si Diputados las convierte en ley, la fragilidad del modo de votación en la Cámara alta las convierte en vulnerables. Más si se trata, más adelante, el impuesto a los recontra ricos, que será atacado, si es ley, por contribuyentes alcanzados por la norma. Ya hay advertencias de juristas y de peritos fiscales sobre la litigiosidad que creará. Ante ese peligro, el oficialismo del Senado activó la tarea de los boqueteros de uno y otro lado, para que encuentren alguna salida a ese bloqueo, que se suma al que la oposición ya ejerce con éxito en Diputados. Lo demostró la sesión que cerró en la madrugada del viernes, con la vuelta a comisión de otro proyecto envenenado.
Diputados mostró los límites del sistema virtual
El final del proyecto de auxilio, o no, a las empresas off shore, fue una prueba de los límites del sistema remoto, mucho más que el caso del diputado libidinoso que ni siquiera es salteño (allá esas cosas no se hacen, y menos por TV). El oficialismo, pasadas las 2 de la madrugada del viernes, debió retroceder en un proyecto que estaba acordado para salir con más de 240 votos. Lo hizo porque hubo un debate presencial y remoto que hizo funcionar las ventajas de la discusión, que hoy impide un protocolo como el del Senado. La secuencia fue un claro caso de debate enriquecedor, algo que oblitera el método puramente virtual:
1) Impide la dialéctica que habilita posiciones novedosas desde la confrontación de argumentos.
2) Impide la confidencialidad, imprescindible en debates importantes, porque todo queda registrado (nadie querrá hablar con franqueza nunca, si lo que dice queda grabado y puede salir a la luz en un momento inoportuno).
3) El teléfono se corta en el mejor momento, o la cámara alumbra en el peor (diputado Ameri Mandato Interrumpido).
La serie de este debate en Diputados fue una prueba de la eficacia del sistema que se utilizó:
1) Se acuerda un texto para el art. 2° del proyecto.
2) Lo llama la cristinista Fernanda Vallejos a Carlos Heller y le dice que incluya en la prohibición de ayuda, a empresas que estén asociadas a otras que tengan sede y/o bienes en guaridas fiscales.
3) Heller acepta y le manda un whatsapp a Luis Pastori, diputado radical, referente principal en asuntos financieros del bloque.
4) Pastori no lo lee porque está en otra llamada.
5) Heller lee el nuevo texto y se da cuenta de que Pastori no leyó el whatsapp.
6) Lo llama a Pastori por teléfono y se lo advierte.
7) Pastori dice que no, que no se discutió y que no lo aceptan, aunque estaban llamando ya a votar en general y en particular.
8) Lo mensajea a Mario Negri, jefe de bloque.
9) Graciela Camaño (autora en su momento de un proyecto original anti off shore, o sea que está en el tema) escucha y no vota, para que Sergio Massa le pregunte de viva voz cuál es el sentido de su voto. Anuncia que se abstiene.
10) Jorge Sarghini pronuncia un discurso de postín denunciando las desprolijidades de Massa y de Heller, y cambia su voto a abstención. A esa altura ya de 240 votos, los positivos bajaban a 131, dos por sobre el quórum.
11) Negri camina a la presidencia y le dice a Massa: mejor mandá el proyecto a comisión.
12) Massa lo manda.
13) Negri pide que se vote.
14) Va a comisión con compromiso de preferencia para la próxima sesión.
¿Hubiera sido posible esta trama en el Senado? Jamás. Todo se hubiera despachado desde la presidencia con un “enter”, quitándose la palabra a quienes se quejaban y sin la posibilidad de que nadie caminase efectivamente hasta la presidencia para susurrar una solución, porque sólo habrían asistido autoridades de la cámara. La misma presencialidad sirvió para ejecutarlo sumariamente al enamorado cristinista Ameri. Presidía el debate el larretista Álvaro González. Se le acercó Massa y le pidió el trono.
Sergio: – Dejame, que tengo que echar a un diputado.
Álvaro: – ¿Mío o tuyo?
Sergio: – Mío…
Negocian revisión del protocolo Cristina
Como señal para algún acuerdo, Cristina envió al bloque opositor algunos mensajes formales, en respuesta a su queja por presunta ilegalidad del protocolo que prorroga las sesiones remotas. La oposición reclama: que se hagan reuniones con presidentes de bloques (Labor Parlamentaria) y se retoque el protocolo para permitir el debate sin interrupciones desde la presidencia; que se autorice la presencia de senadores en el recinto, y que se alargue el tiempo de las intervenciones.
El primer paso de acercamiento de posiciones es el diálogo de los boqueteros de los dos lados, para que haya una reunión de Labor Parlamentaria esta semana. Si se hace, la oposición puede revisar su estrategia de judicializar la relación con el oficialismo. “Con relación al Plenario de Labor Parlamentaria -dijo en la semana Cristina, a través de su vocero ante la oposición Marcelo Fuentes- será una decisión que se deberá acordar con el resto de los Presidentes y Presidentas de los bloques parlamentarios que componen esta H. Cámara, conforme al artículo 56°, primer párrafo del Reglamento”.
Una novedad que habilitó conversaciones para que, de la agenda del peronismo del jueves, salga un acuerdo entre los bloques: algo que hasta ahora no ha ocurrido porque el orden del día lo impone la presidencia de la Cámara, al llamar a sesiones “especiales”. Este mensaje más que amistoso fue acompañado por la mansedumbre que mostraron los senadores oficialistas, en la reunión de la comisión que trató “Economía del Conocimiento”, donde hablaron con una suavidad poco habitual. Como si tuvieran la indicación de parar un poco la mano.
El que se opone no sale en la foto
En estas charlas más que discretas, los senadores del peronismo admiten que no es conveniente que avance el método de sacar leyes de arrebato, sin la prolijidad reglamentaria, porque eso los complica también a ellos en futuros reproches. La oposición se enoja por esos desaires, como que ellos le envían un reclamo a Cristina y ella les responde a través de un secretario, Fuentes, al que todos estiman con un ex colega con códigos, pero que es solo una correa de trasmisión de mensajes. No abundan los senadores del peronismo que quieran este estado de guerra permanente, en particular los que terminan el año que viene su mandato, a quienes les convendría un ánimo más acuerdista para lograr su reelección, y se sienten apurados por el verticalismo al que los fuerza Cristina.
En esa lista de los renovables están Carlos Caserio (Córdoba), Dalmacio Mera (Santiago del Estero), Juan Mario Pais (Chaco), Daniel Lovera (La Pampa). En sus diálogos con la oposición justifican a Cristina, en que tiene que defenderse y eso los arrincona a ellos. “No la ataquen tanto”, piden. Los adversarios responden que ella los encierra más cuando le hace decir a Fuentes, en esa misma nota de respuesta: “Tampoco escapó al entendimiento de la Presidencia la existencia de maniobras de todo tipo, incluidas las judiciales, tendientes a impedir la aplicación de las leyes que afectasen intereses de grupos económicos mediante medidas cautelares o declaraciones de inconstitucionalidad que afectasen la voluntad de un Poder soberano de este país”.
Ese es el verdadero protocolo de tratamiento a la oposición que les aplica la vicepresidente a los opositores. ¿Para qué les va a dar la palabra, para qué les va a permitir entrar al recinto, por qué los va a sentar delante de ella, si los mueven tan perversas intenciones?
Escenarios venezolanos
Horacio Rodríguez Larreta completó el círculo de apoyos a su pelea en la Corte, para que por lo menos le congelen la quita diaria de la coparticipación, en una reunión con gobernadores de Juntos por el Cambio el jueves. No faltó ninguno, y blindó el respaldo que había logrado el lunes, del interbloque de su coalición en el Senado. Esta semana se tratará en el recinto el proyecto, y los legisladores de esa bancada actúan bajo protesta, por la impugnación que hacen al protocolo remoto de Cristina. Amenazan además con presentarse en el recinto en masa, para forzar su presencia. Los protege su condición de legisladores y los fueros de detención. En el caso de que Cristina quisiera detenerlos con la policía o la seguridad del Senado, no les podría impedir que se sienten en las bancas.
Un escenario venezolano, que intenta evitar el oficialismo con el acercamiento a la oposición. Si hay paz, la señal será la convocatoria a Labor este martes. Será la primera vez que Cristina se sentará junto a los otros jefes de bloque, a quienes atiende a través de Fuentes o de la senadora por Mendoza Anabela Fernández Sagasti. Difícil imaginarla en esas reuniones porque ella no suele reconocerle a nadie la igualdad de trato. No lo hacía cuando era presidente de la Nación. No lo ha hecho como titular del Senado. Es lo que le reprochan en la oposición, modos autoritarios que respetan la legalidad, pero la degradan.
“Si el presidente no se le anima, ¿qué puedo hacer yo?”, se quejó un senador del oficialismo cuando le reclamaron, de la oposición, alguna normalidad en las relaciones. Los lectores de Hannah Arendt buscan antídotos en sus escritos sobre el autoritarismo. La inspiradora, entre otros, de Elisa Carrió, escribió que la tiranía es la destrucción de la política, una perversión del igualitarismo, porque trata a todos los demás como igualmente insignificantes: “El tirano gobierna de acuerdo con su propia voluntad e interés. Es el gobernante que gobierna uno contra todos, y ‘todos’ los oprimidos son iguales, es decir, igualmente impotentes”. En democracias no liberales o de baja densidad se dan estas perversiones de lo que puede ser una virtud. “La libertad alimenta al espíritu faccioso como el aire al fuego, pero no se puede matar la libertad para terminar con las facciones”, aconsejaba James Madison. (El Federalista, X, 1787)
La pelea con Larreta es política, no por la plata
La quita que se formalizará en el Senado esta semana es una de las piezas de artillería principales del oficialismo para arrinconar a Juntos por el Cambio en la plaza fuerte de la ciudad de Buenos Aires, que le gobierna el proto candidato con más diplomas para pelear una candidatura presidencial en el 2023. Sacarle los fondos, los fueros, los amigos, el agua y la sal, persigue demoler este fortín desde donde pelea el inventor, antes, y el sucesor, quizá mañana, de Macri. Encima, el distrito mejora en la pelea contra la peste, cuando el resto del país, gobernado en la mayoría de las provincias por el peronismo, los casos escalan hacia arriba. La resistencia contra el recorte tiene mucho más importancia política que técnica. Larreta y Macri vivieron antes sin esa plata y pueden volver a hacerlo. Igual pudieron convivir con el cristinismo entre 2007 y 2015, y le ganaron.
Lo que tienen que impedir es perder el prestigio ante sus votantes, deben demostrar que están en control de la situación. Eso significa mostrar futuro. El futuro es el producto conspicuo del político, porque sólo puede prosperar si su cliente le atribuye algún futuro. Cuando un político no está en control de la situación, se le diluye ese producto llamado futuro. Es lo que tiene que ganar el peronismo gobernante, que no puede avanzar en un milímetro hacia el electorado que no lo votó, porque transmite dudas sobre su capacidad de control del presente, condición para que pueda vender futuro. Más grave es cuando su propio electorado ve a sus dirigentes enredados o separados en tribus con agendas diferentes, a veces contrarias.
Vidal y Negri, una pareja de gira nacional
En este orden, la señal más clara la dio la oposición, en el debut de María Eugenia Vidal en reuniones con dirigentes de todo el país. Fue el sábado, con muy alta concurrencia, en un mano a mano con Negri, jefe del interbloque de los diputados, que le hizo de anfitrión fuera del espacio, virtual, de la Provincia. Una decisión que marca la cancha, mirando a la disputa en el distrito bonaerense por la jefatura del radicalismo, que disputa el sector de Maximiliano Abad – jefe del bloque de legisladores provinciales- con el apoyo de Negri, Ernesto Sanz y otros radicales.
Se enfrenta con el sector que anima Gustavo Posse, hombre fuerte del corredor Norte del conurbano, que tiene como aliados a Martín Lousteau y Federico Storani, en un entendimiento con Emilio Monzó, contradictor de Vidal en donde la encuentre. Le agrega interés a ese zoom que Cristian Ritondo, jefe del bloque del PRO, expresase su alineamiento con Vidal. “Es mi referente nacional y hace ocho años que trabajo con ella, cuatro en la Legislatura y cuatro de ministro”.
El diálogo con Negri, cabecera de la oposición en el Congreso, la obligó a Vidal a definiciones que suele eludir, aconsejada por campañólogos que le sugieren bajo perfil, para que el peronismo no la ponga como blanco del Gobierno, levantándole papeles de su gestión. Llamó a tirar al centro y sumar aliados: “Se gobierna con el 70% de quienes no te votan. ¿A dónde vamos a encontrar aliados si no es allí?”.
Se río de las acusaciones de haber sido blanda, y recordó que el “Pata” Medina fue detenido por la Justicia bajo su gobierno. Negri aprovechó para castigar la virtualidad legislativa y llamó a celebrar, cuando se pueda, el Día de la Cercanía: “No vamos a caber en un estadio todos los que en estos meses nos hemos estado hablando por zoom”. Hay que atender a los movimientos de esta nueva pareja en acción, que llevaba hasta el domingo a la noche más de 100 mil reenvíos de una copia del zoom. Como todos los que quieren liderar, dijeron que “los liderazgos los decide la gente”. También, que el país de 2020 no es el de 2015, y que ese pasado debe quedar atrás.
Pichetto cosecha entre peronistas ortodoxos
El dúo se prometió seguir de gira con un libreto que por ahora no habla de candidaturas ni de nombres. En este padrón opositor se impone un libreto marketinero, que se inquieta con el argumento de que la peste lo sobreexpone a Larreta como proto candidato presidencial en 2023. La preocupación se basa en el prejuicio no probado de que la gente cambia el voto alguna vez. En la Argentina, las grandes familias mantienen sus opciones a lo largo de los años. Lo que cambian son los candidatos, que suelen defraudar. Habrá que buscar aliados entre los de enfrente, pero un candidato prospera si ancla el voto de los propios, se muestra en control de la situación, promete futuro, y logra dividir al adversario. Pero el votante no cambia, te espera en la bajadita.
Esta prevención sobre los tiempos adelantados obliga al larretismo a atender en todas las ventanillas, porque es un socio de Vidal, de Negri, de Lousteau, de Carrió, de Monzó, de Macri, de Pichetto, de Bullrich. Con ninguno de ellos puede girar en descubierto, pero tampoco hay para todos a la misma hora. El Gobierno trata de explotar las oportunidades posibles para dividirlos. En la faena de ampliar hacia la vereda ajena, ese sector mira los movimientos de Pichetto en el armado de un partido del peronismo republicano, que toma distancia del PJ cautivo hoy de la agenda cristinista.
El actual auditor estuvo el viernes en otro zoom, dedicado a cultivar mitologías del peronismo más ortodoxo, en homenaje a José Rucci, asesinado en 1973, dos días después de que Juan Perón ganase las elecciones para su tercera presidencia. Honrar a Rucci es una cuestión disputada en el peronismo. El asesinato se lo atribuyen a bandas terroristas –FAR, Montoneros, comandos incontrolados u orgánicos– y nadie ha llegado a la verdad. Pero lo homenajean los ortodoxos, y funciona, cada tanto, como un llamador.
En ese zoom hablaron, antes de Pichetto, el ex senador Jorge Yoma, Joaquín de la Torre, armador de peronismo para Vidal, Claudia Rucci –ex compañera de fórmula de José Manuel de la Sota en la PASO del peronismo disidente en 2015, contra Massa-Sáenz–, y Guillermo Britos, intendente de Chivilcoy, el único que pertenece al Consejo Federal, que anima, a distancia, Roberto Lavagna. Pichetto tuvo una sesión a solas con el estratega más importante de Larreta, el diputado Álvaro González, encargado de mantener en equilibrio el arbitraje entre las tribus larretistas. Pichetto le dijo que él no abandona a Macri, a quien acompañó en la fórmula presidencial. ¿Alguien pide eso en los pasillos del palacio de Uspallata?
Schiaretti insiste en la agenda republicana
El peronismo del interior se mantiene con distancia social frente al trío metropolitano que sesiona en Olivos y el Congreso. El emblema es Juan Schiaretti, jefe de la liga de gobernadores, que no ha aparecido entre quienes respaldaron la quita de los fondos a la CABA. No es la única señal, porque tiene una narrativa distinta, que evoca el mismo discurso con el cual festejó su tercera reelección, en mayo de 2019, una reivindicación del peronismo no cristinista. Este viernes habló en un acto de contrafrente, un homenaje al brigadier Juan Bautista Bustos, el primer gobernador constitucional, del cual se cumplieron 200 años de la muerte.
En ese acto hizo nuevos gestos de cordobesismo. Recordó que Bustos “hizo la primera imprenta de la provincia, garantizó la libertad de prensa, garantizó la libertad de pensar políticamente diferente. En definitiva, fue él quien nos legó el espíritu federal, democrático y progresista que tenemos los cordobeses”. Por si faltase, le habló al prócer: “Nos seguirás guiando a los cordobeses para que sigamos siendo una provincia democrática, federal, tolerante con los que piensan distinto, que respete la libertad de prensa, que respete la división de poderes, una provincia que sea moderna, culta y progresista”.
En el discurso de la victoria en mayo del año pasado, habló de “república”, de equilibro fiscal, de no default, y exaltó a los militares, todas consignas que manifestaron un distanciamiento de Cristina. A las pocas horas se reunió con Pichetto y antes de una semana Cristina anunciaba que Alberto Fernández era su candidato a presidente. Fue la réplica a aquel discurso, que fue visto en el Instituto Patria como una agresión. Precipitó la unidad del peronismo y naufragó el sueño republicano de la mesa de los cuatro (Schiaretti, Massa, Pichetto y Urtubey, y Lavagna que entraba y salía). En el área metropolitana, que desde una visión algo limitada y ombliguista, parece ser el único territorio importante, pelean sordamente Alberto, Cristina y Massa, una suma de tres debilidades que redunda en una debilidad colectiva.
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