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Por Natasha Niebieskikwiat
La reciente visita a Buenos Aires de Juan González, el Asistente Especial del Presidente Joe Biden, dejó algunas certezas. Una es que Washington espera tener a la Argentina como aliada.
Pero en las entrevistas que mantuvo esta semana con Alberto Fernández, con el canciller Felipe Solá y con el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, el también Director Principal del Consejo Nacional de Seguridad para el Hemisferio Occidental mostró que su país tiene como preocupaciones centrales en esta región la creciente presencia de China y Rusia en América Latina; que la cuestión del medio ambiente es central desde el punto de vista geo estratégico y buscará compromisos multilaterales; que Venezuela no será un factor que aglutine a los socios o no cuando cuando haya diferencias.
Y en lo que respecta a la deuda con el FMI que el Gobierno renegocia, la administración demócrata comprende, cautelosa, el contexto de crisis y pandemia pero considera que se trata de un asunto que deben resolver primero los argentinos con el organismo. Aún así, los argentinos le están enviando señales a Biden de que buscan un apoyo directo de su Gobierno en el tipo de negociación sobre los U$S 44.000 millones que Argentina debe refinanciar con el FMI. Y ese mensaje precisa involucrar a los demócratas, en especial al presidente Biden en un mensaje directo para que el Tesoro de los Estados Unidos incline su balanza por Argentina.
Un día después de que Juan Gonzalez rumbeara desde la Argentina hacia Uruguay, Sergio Massa mantuvo una reunión virtual con el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de Diputados, Gregory Meeks. Y hablaron del fondo en los mismos términos, con cautela pero con la misma necesidad y planteo por parte del líder del Frente Renovador, supo Clarín.
El encuentro empezó con la mejor sintonía. De hecho ambos acordaron reforzar la diplomacia parlamentaria y se prometieron lo que mitad en broma mitad en serio llamaron “El Puente Harlem-Tigre”. Ocurre que Massa prepara un viaje a Washington y Nueva York para fines de mayo, y recibió de Greeks una invitación a comer un Barbacue americano en su casa de Harlem Este. Y Massa correspondió con una invitación a disfrutar de un asado en territorio tigrense.
Es en ese ir venir de lazos con los nuevos ocupantes de la Casa Blanca y del Congreso que los argentinos comenzaron a plantear la búsqueda de apoyos para la nueva propuesta que está haciendo Martin Guzmán y cuyas idea inicial planteó Cristina Kirchner y la continuaron Fernández y su ministro de Economía: alargar plazos de vencimiento y bajar las tasas del crédito.
En el asado que el martes Massa y su mujer Malena Galmarini (titular de Aysa) le dieron a González y a la delegación estadounidense se plantearon los pormenores del pedido argentino. Y eso mismo se dio en la conversación con Meeks. “¿Cómo es posible que Argentina lograra mejores condiciones de pago con los bonistas privados que no está logrando con el Fondo Monetario”, se planteó.
El apoyo de Trump nunca llegó. El de los demócratas es de extrema cautela. El mismo González le dijo a Clarín en una entrevista con otros periodistas argentinos, que su gobierno reconoce que hay un mundo en crisis económica y en pandemia, pero también dijo que esperaban a que el Fondo y Argentina negocien sus asuntos.
“Hay que convencer a Janet Yellen”, la secretaria del Tesoro, señalan como un mantra los argentinos. Estados Unidos es el accionista mayoritario del Fondo. Cuando un ministro tiene que negociar con el organismo, el Tesoro es la primera puerta que se golpea. Pero es claro que no va a ser Yellen -que no recibió a Guzmán en su reciente viaje a Washington- quien haga una declaración pública en ese sentido, al menos ahora. Pero sí podrían hacerla los funcionarios de otras áreas, empezando por el presidente Biden.
En ese “Puente Harlem-Tigre” que buscan levantar Meeks y Massa se planteó también abrir canales de negociación parlamentaria con Venezuela para encontrar una salida a la crisis entre el régimen de Nicolás Maduro y la oposición del país caribeño. No tiene forma, pero sería una manera por la que los argentinos podrían acercar a los Estados Unidos posiciones con el régimen, que hoy no están abiertas. De hecho, Biden reconoce a Juan Guaidó como presidente interino y considera a Maduro un “brutal dictador”. También es cierto que desde el Gobierno de Fernández, Massa es quien ha planteado abiertamente que Venezuela es “una dictadura”, contrariamente a los sectores del kirchnerismo duro.
En Buenos Aires afirman que Meeks reconoció que el Grupo Lima -del que se fue recientemente el Gobierno- está debilitado, y ahora está pensando en una solución multilateral para abordar la crisis. En ese tren, se reflota una vieja idea al menos en la Cámara de Representantes de que con su diálogo latente con Maduro se pueda aprovechar algún canal de mediación posible.
Fuente Clarin
