Alejandro Salaverry (40) pasó 16 años prófugo tras el crimen de un policía en 2003 en Mar del Plata. Cuando la causa prescribió, se presentó ante la Justicia y dejó los tribunales libre de culpa y cargo. Este domingo lo detuvieron cuando fue a vacunarse por Covid-19: tenía pedido de captura de la Justicia de Morón por un intento de homicidio.
El arresto de Salaverry ocurrió en el Museo Mar este mediodía y nada tuvo que ver con el crimen de Cristian Agusti, un policía de 28 años de la DDI de Mar del Plata asesinado a balazos en 2003, por el que no pasó ni un día preso.
La detención de Salaverry cuando fue a aplicarse la vacuna contra el coronavirus se dio porque sobre él pesaba un pedido de captura por estar imputado por “homicidio en grado de tentativa y lesiones” de 2018, según pudo saber Clarín.
Así detuvieron a Alejandro Salaverry.
“Ocurrió en Merlo, cuando Salaverry tuvo problemas con un vecino y le efectuó varios golpes en la cabeza con un machete, ocasionándole cortes profundos, fisura de cráneo; quedó internado en grave estado”, explicaron las fuentes consultadas.
La causa se tramita en la fiscalía N°5 de Morón, a cargo del fiscal Claudio Oviedo, y en las próximas horas Salaverry será trasladado para ser indagado.
Lo capturaron los agentes de la DDI de Mar del Plata, la misma división donde trabajaba Agusti, luego de que pudieran determinar que “tenía turno para vacunarse este domingo a las 11 en el Museo del Mar”, dijeron las fuentes.
Lo dejaron vacunarse y lo arrestaron.
Así, se montó un operativo en el museo y sus alrededores. “Hubo policías vestidos de enfermeros y también simulando en la fila tener turno para vacunarse”, añadieron. Sólo esperaron a que estuviera sentado para detenerlo.
Causa prescripta
El 10 de julio de 2019 Salaverry ingresó a los tribunales de Mar del Plata. Durante 16 años lo habían buscado la Policía, la Justicia e incluso la mamá de Agusti, Graciela.
Ese día, con la causa en su contra prescripta, Salaverry consiguió ser sobreseído por la Justicia y se fue como un hombre libre.
Comparaban su rostro al momento del crimen con una proyección computarizada.
“Respiré hondo y comencé a subir, piso por piso, buscándolo”, relató a Clarín Graciela Panebianco, mamá Agusti por ese entonces, luego de que alguien le avisara de que había aparecido Salaverry y ella misma fue hasta los tribunales.
“No perdí la esperanza de encontrarlo, pero lo llegué a pensar muerto, siendo un delincuente eso podía haber pasado. O con otra figura, sin los tatuajes y con otra cara después de una cirugía”, decía Graciela dos años atrás.
Cuando ese 10 de julio de 2019 Graciela llegó al mismo piso donde estaba el asesino de su hijo, se lo encontró. Tenía “la misma cara que cuando se fugó”, diría la mujer. Y contaría que, cuando lo tuvo, “ahí nomás, a 25 centímetros”, le salió saludarlo, como una ironía: “Hola Ale”.
Cristian Agusti, asesinado en octubre de 2003.
Ya libre, tras haber firmado su sobreseimiento a un juzgado de Garantías; Salaverry le respondió: “Hola”. Y se fue.
El crimen
En octubre de 2003 -casi 16 años antes de ese gélido encuentro en tribunales con la mamá de su víctima- Salaverry y tres cómplices asaltaron un local de en 20 de Septiembre al 2900, cerca de la DDI de Mar del Plata.
Agusti y su compañero Cristian Fournier llegaron al lugar del robo, tras una alarma, cuando los ladrones salían del local. Los delincuentes dispararon 11 veces.
Un balazo hirió a Fournier, quien se salvó, pero tres de esos tiros mataron al hijo de Graciela, que hacía muy poco había sido papá.
Condenados
Dos de los cómplices de Salaverry, Claudio López y Fernando Palomino, armados con una pistola calibre 9 milímetros y otra calibre .45, cayeron ese mismo día, muy cerca del lugar del robo. En 2005 fueron condenados a prisión perpetua.
Salaverry y Carlos Marcelo de los Santos escaparon. El segundo cayó en 2012, 9 años después de que Graciela recorriera el país buscando a los dos prófugos.
Uno de los cómplices de Salaverry, al momento de ser detenido, a pocas cuadras de donde mataron a Agusti.
A De los Santos lo atraparon trabajando de mozo en una pizzería porteña y se hacía llamar Roberto Percia. También fue condenado.
Ahora, Salaverry, finalmente, enfrentará a la Justicia, aunque no será por el crimen de Agusti.
DD
Fuente Clarin