El 8 de enero de 1934, Alexandre Stavisky fue encontrado muerto en un chalet de Chamonix, cuando estaba a punto de ser detenido. La policía de Francia lo estaba buscando por estafador, como responsable de una trama cuyas consecuencias políticas pondrían de rodillas a la Tercera República en un período especialmente complejo.
El hecho de que, según la versión oficial, Stavisky se hubiera suicidado con una pistola justo antes de la llegada de los agentes a la casa donde se escondía dejó este suceso y toda la trama envueltos en una atmósfera de misterio.
Proliferaron las teorías sobre si lo habían asesinado para impedirle declarar en un juicio público que habría puesto al descubierto las múltiples complicidades del mundo político con sus turbios negocios.
El escándalo sería uno de los más sonados del período de entreguerras, y se considera que, a pesar de todo, favoreció la llegada al poder del Frente Popular.
El hijo del dentista
Stavisky era un delincuente bien conocido por la policía, por su permanente vocación de estafador, así como por el público en general, ya que había aparecido con cierta relevancia en los diarios, ocasionalmente, como benefactor.
Nacido el 20 de noviembre de 1886 en la entonces provincia rusa de Kiev (hoy Ucrania), llegó a Francia a los doce años con su padre, un dentista judío ucraniano que se ganaba muy bien la vida en París y que sería la primera víctima de sus artimañas. No era bueno en los estudios, pero, en cambio, tenía grandes cualidades sociales y un aspecto físico atractivo.
Stavisky fue hallado muerto en su casa de Chamonix, en Francia. Foto: AFP
Robos a su padre
Con el dinero que sacó de la venta de piezas de oro que le robaba a su padre, empezó a disfrutar de la vida mundana en París, espoleado siempre por la búsqueda de dinero fácil con contratos fraudulentos, venta de productos inexistentes o cheques falsos.
Su padre no pudo asumir el comportamiento disipado de Alexander y acabó suicidándose.
Él, por el contrario, aceleró sus maniobras para enriquecerse, cuidando siempre de usar una parte de los beneficios para seducir con regalos a diversas personalidades del mundo de la justicia y la política.
Entre 1912 y 1927, se sucedieron en su vida múltiples engaños, con las correspondientes denuncias y detenciones.
Alexander Stavisky. Foto: La Vanguardia
No obstante, logró que los casos se desvaneciesen o que apareciesen sospechosos documentos para librarle de la cárcel.
Algunas veces se libró por la situación de guerra; otras, a base de lograr que su expediente se extraviase en los meandros de la administración.
Estafa piramidal
Después de casarse con Arlette Simon, una modelo de la casa Chanel, monsieur Alexandre, o Sacha le beau, como era conocido, intentó aparentar una cierta respetabilidad.
Para empezar, se instaló en el hotel Claridge, el establecimiento más prestigioso de la parte más cara de los Campos Elíseos, y abrió un negocio que, aparentemente, debía ser totalmente decente y confiable: una joyería de lujo.
Arlette Simon, modelo de Chanel y esposa de Stavisky.
Tampoco entonces se olvidó de invertir buena parte de sus beneficios en fastuosos regalos a sus amistades en el entorno político parisino, mientras sentaba los cimientos de una nueva estafa a gran escala que sería, finalmente, la causa de su caída y de la del gobierno francés.
La opinión pública estaba ya bastante sensibilizada por el escándalo de Panamá, que unas décadas antes había llevado a la ruina a decenas de miles de inversores en el fallido proyecto para la construcción del canal. Stavisky no necesitó ir tan lejos para sus manejos.
El embaucador se valió de la existencia de una institución municipal de crédito, que estaba autorizada a aceptar joyas y otros bienes como garantía crediticia.
Luego, negociaba los pagarés de esos empeños con otros inversores, según las reglas bancarias, a imagen de lo que hacía el Monte de Piedad en París.
El lujoso Hotel Claridge de Paris, donde Stavisky abrió su lujosa joyería. Foto: WikiPedia
Stavisky sustituía las joyas por copias, para poder vender las originales por su cuenta, y sacaba al mercado múltiples pagarés falsos, avalando una misma operación o agregando ceros al original para inventar cantidades fabulosas de dinero.
La componenda se descubrió cuando una compañía de seguros intentó cobrar alguno de estos falsos pagarés y comprobó que todo no era más que una estafa piramidal.
Todos bajo sospecha
El 23 de diciembre de 1931, el director del Crédito Municipal de Bayona, Gustave Tissier, fue detenido por fraude y emisión de pagarés falsos por importe de 261 millones de francos de la época, equivalentes a más de 180 millones de euros actuales.
La elevada cuantía de las operaciones en un establecimiento de este tipo y en una población relativamente pequeña se explica por la afluencia de miles de españoles, que preferían empeñar sus joyas al otro lado de la frontera. Ellos constituirían el grueso de los damnificados.
La policía no tardó en descubrir que Tissier no era el responsable, sino que el propio Stavisky era el verdadero cerebro de la trama, a quien la prensa empezó a atacar como “el rey de los cheques sin fondos”.
Stavisky se había librado sistemáticamente de todas las acusaciones que lo habían señalado en casi una veintena de casos parecidos, lo que no hizo más que agudizar el descontento de la sociedad hacia la clase política.
Conexiones con el poder político
Investigaciones posteriores sacarían a la luz las conexiones de Stavisky con no menos de diecisiete diputados –casi todos de la bancada de la izquierda–, con el ex ministro de Justicia Albert Dalimier, que había incitado a las compañías de seguros a invertir en el Crédito Municipal de Bayona, o con varios directores de periódicos, que habían intervenido a su favor como contrapartida por sus regalos.
Las sospechas de tráfico de influencias llegaron a señalar al propio fiscal general, Georges Pressard –cuñado del presidente del gobierno, el radical Camille Chautemps–, como el principal responsable de que las acusaciones contra Stavisky se hubieran quedado congeladas en los archivos del ministerio de Justicia.
La Tercera República había sido el período más largo de estabilidad institucional en Francia desde la caída de la monarquía.
El caso Stavisky pondría a prueba su resistencia. En un ambiente social muy enrarecido por los efectos amplificados de la crisis económica de 1929 en Estados Unidos, la situación se volvió explosiva y las confusas noticias sobre la muerte del estafador contribuyeron a agravar la desconfianza hacia la clase política y las instituciones.
Disturbios en París
El gobierno empezó por destituir al prefecto de policía Jean Chiappe, lo que provocó una manifestación contra el Parlamento de indignados nacionalistas de derechas, el 6 de febrero de 1934, en la que murieron cerca de cuarenta personas por disparos de las fuerzas del orden.
Otra muerte sospechosa
Por si fuera poco, el día 20 de ese mismo mes apareció el cuerpo de Albert Prince, el fiscal que investigaba el caso Stavisky, triturado en las vías del tren junto a una maleta abierta y vacía, una muerte aún más sospechosa que el suicidio del estafador en Chamonix.
Como fiscal del departamento del Sena, Prince había recopilado indicios y pruebas de los manejos de Stavisky desde 1930, incluyendo, entre otras cosas, datos sobre la amistad de su superior, el fiscal general de la República, con el estafador.
Nadie aclaró quién o por qué le pidió la víspera que viajase urgentemente a Dijon, donde estaba su madre, ni tampoco por qué, tras su muerte, el informe del caso desapareció misteriosamente.
Algunos testigos dijeron haberlo visto encerrado a la fuerza en el asiento trasero de un coche, y, aunque se detuvo a algunos matones de la mafia de Marsella, en 1937 el asunto quedaría archivado.
Albert Dalimier, entonces ministro de Colonias, fue el primero en dimitir. Su marcha arrastró al presidente del gobierno, Chautemps.
En julio de 1934, en la comisión de investigación parlamentaria, la intervención del conservador André Tardieu resultó demoledora.
Tardieu, a quien la mayoría de la izquierda radical trataba de involucrar en la trama atribuyéndole ser el destinatario de un cheque del entorno de Stavisky, no solo negó tener ninguna relación con el estafador, sino que acusó directamente al jefe del gobierno: “Es imposible concebir que el señor Chautemps fuera en este ambiente el único que ignorara, siendo ministro del Interior y presidente del Consejo, siendo el que disponía de todas las fuentes de información desde junio de 1932 a enero de 1934, las andanzas de Stavisky”.
Hacía solo dos años que un exiliado ruso, obsesionado con la pasividad con que en Francia se contemplaba la transformación de la URSS en una dictadura agresiva, había asesinado de un tiro al presidente de la República Paul Doumer.
Versiones y dudas
El país se hundía en una crisis económica terrible; y el caso Stavisky exacerbó, aún más, los sentimientos antisemitas en una sociedad que no lograría resolver sus tensiones antes de que estallase la Segunda Guerra Mundial.
Todas las versiones de la muerte de Stavisky que fueron publicadas, sobre si había recibido más de una bala o si el disparo mortal había sido hecho a más de tres metros de distancia, no fueron jamás aclaradas.
Sin embargo, la versión oficial del suicidio sigue apareciendo más como una hipótesis que como una certeza.
Fuente: La Vanguardia
CB