Juan Carlos Schmid, es hijo de un dirigente metalúrgico, lector y escritor. Un ex funcionario del anterior gobierno asegura que dos embajadas preocupadas por armas, terrorismo fundamentalista y las drogas, que suelen mirar en profundidad los puertos, le estarían prestando especial atención y eso nos despertó el interés. Por Dario Rosatti
Schmid, creador del sindicato de Dragado y Balizamiento en el año 1971 durante el gobierno militar de Alejandro Agustín Lanusse, supo transitar y transita diferentes caminos. Cabe recordar que tanto Lanusse como su antecesor el General Juan Carlos Ongania, lejos de perseguir al gremialismo, fueron beneficiados por los militares de aquellos años. Ongania fue quien les entrego el manejo de las obras sociales con lo que facturan millones. Igualmente crear un sindicato no era sencillo, ameritaba cierta cintura política con el poder.
Una vez derrocada Isabel Martínez y arribado el denominado “proceso de reorganización nacional” más conocido como el golpe del 76, Schmid se mantuvo sin mayores problemas, incluso tuvo la osadía de llamar a un paro en 1979 pidiendo el cese de la intervención militar del gremio que había creado, sin mayores consecuencias.
Tras ser despedido de su trabajo en 1977, según cree recordar un sindicalista consultado en estricto off, habría conseguido trabajo en una empresa de remolcadores llamada Trans-Ona y otra vinculada.
Trans¬-Ona nace en 1959, 4 años después del derrocamiento de Perón, y según una fuente consultada, habría mantenido siempre buena relación con los militares de aquellos años, incluso los 70. Tal vez su nombre signifique algo para algunos memoriosos.
El proyecto de Schmid era, por ese entonces, lograr llegar a ser Practico, un importante servicio que se les presta a los buques que arriban a estas costas.
Sindicalista atípico, lee mucho y escribe, incluso presento un análisis sobre la encíclica Laudato Si del Papa Francisco. Es un hombre que le gusta dar la pelea sindical en las calles, pero no escapa al dialogo. Primero pega y presiona para después negociar desde un lugar más alto. Algo así como la política de negociación de Donald Trump, quien viene de salir indemne de un impeachment con la ayuda del partido Republicano, algo que sin duda tuvo un alto costo para él, pero así es el juego. Puede fallar diría Tu San.
El 22 de agosto de 2017 Schmid decía en la Plaza de Mayo, en un discurso de corte nacionalista: “No venimos por más, no venimos por menos, ni por todo: venimos por la palabra empeñada ante los trabajadores, por el futuro de nuestros jóvenes, por nuestros jubilados, que apenas alcanzan a cubrir la mitad de la canasta básica y representan una llaga en la sociedad. Por eso venimos a esta plaza”.
“Nosotros queremos un cambio. Todos queremos un cambio. Queremos que se cambie la desigualdad. Cambiar justicia por injusticia. Queremos cambiar inversiones por importaciones. Venimos a buscar respuestas a la plaza, porque es la política la que va a sacar a este país de la crisis”.
Lo curioso de esto no fue que pidiera lo que pidió, sonaba más que razonable, sino que anunciaba una reunión de los popes sindicales para el 25 de septiembre donde analizarían si iban a un paro nacional, es decir que calmo los ánimos de trabajadores más que enojados con un gran acto que daba espacio al gobierno y aire, algo más que necesario en ese momento para un gobierno que ya buscaba oxígeno.
Hoy día Schmid trabajaría en volver a la CGT y dirigir los destinos de todos los trabajadores. Necesita hacer ruido.
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