Nadie se hubiera imaginado en los primeros días de 2020 que tendríamos un año tan complejo y desafiante como consecuencia del Covid-19 y que lo terminaríamos inmersos en más dudas que certezas.
El sector porcino argentino fue parte de esta realidad nacional y mundial, que comenzó con problemas en las exportaciones a China durante parte de febrero y marzo y que se complicó a partir del 19 de marzo con la cuarentena obligatoria.
Quizás el mayor problema se debió a una suma de feriados entre la segunda quincena de marzo y la primera de abril, sacando 10 días hábiles de faena, provocando un aumento en la retención de animales y, por consiguiente, un mayor peso de los capones.
A esto se le sumó una caída total del canal Horeca (hoteles, restaurantes, parrillas, catering, además de canchas de fútbol y carritos de la costanera) y una merma del 60% en la venta de fiambres y chacinados. Los resultados fueron una baja pronunciada en los precios abonados al productor y precios al público de cortes de cerdo muy económicos. Esto último es lo que salvó al sector de colapsar, como sucedió en otros países.
Una vez solucionado el tema de los puertos chinos y la recuperación de los containers que se habían acumulado por la falta de intercambio, también la exportación colaboró en la salida de los cerdos de las granjas.
El año empezó con un buen precio del cerdo en pie y comenzó la caída en abril, por lo comentado anteriormente. Entre la última semana de junio y la primera quincena de julio se llegó al piso y, a partir de ahí, tuvo una fuerte suba hasta mediados de octubre, momento en el cual se estabilizó.
El consumo de la carne fresca fue el principal destino de la producción local con el 84%, llegando en algunos meses a representar más del 90% del total. La exportación significó el 5,4% del total, también marcando en los meses de junio y julio (por las exportaciones demoradas) un 8%. En un año muy malo para los fiambres y chacinados, se llevaron el resto de la producción, siendo quizás el año más bajo históricamente.
Sucedió un boom de las exportaciones con un alza del 70% con respecto a 2019, llegando a las 43.000 toneladas, récord absoluto. Las importaciones cayeron significativamente y se produjo algo también especial, que es un resultado positivo en la balanza comercial tanto de kilos como de divisas, situación que no sucedía desde 1991.
Existió un aumento de la producción en cabezas cercano al 5% y en kilos del 10%, debido a dos razones, la mejora de la eficiencia por cada cerda madre y al aumento del peso de faena de los capones. En cambio, se redujo la cantidad de cerdas madres en el país a 378.000 (6000 menos) y también la cantidad de productores que entregaron a faena oficialmente.
El margen bruto fue positivo en dólares en valores cercanos al 15%, desde ya con cuatro meses muy malos, complementados con cuatro meses normales y cuatro meses muy buenos. Decimonoveno año con resultado positivo de margen bruto en dólares.
El cerdo fue noticia durante todo el año, pero no por las virtudes del sector, sino por el tema de las posibles inversiones chinas y la cantidad de estupideces que se dijeron al respecto tanto del sector privado como del público, que justificaron reclamos de activistas ambientalistas y veganos.
No se solucionó el tema del IVA inversiones, anomalía impuesta desde fines del 2017 y que genera un crecimiento muy bajo de acuerdo a las posibilidades de la Argentina. Un simple decreto reglamentario daría solución y podría generar solo en 2021 un crecimiento de 50.000 madres, 13% del total de hembras, y una proyección de aumento del 22% en toneladas equivalente media res.
Todos esperamos la finalización del 2020, pero no hay duda que aprendimos mucho y deberíamos estar preparados para seguir avanzando. La Argentina y el mundo demandan más carne de cerdo.
El autor es consultor del sector porcino