Varios artistas integran una muestra que gira en torno de la muerte y las dramáticas palabras de Lorca. Al ingresar a la sala del segundo piso se oye la música compuesta por Daniel Doura que se combina con imágenes y acompaña los poemas compuestos y recitados por Luz Castillo. Hay una afinidad lograda, y evidentemente buscada, entre los versos y el ritmo de Lorca y el de Castillo. Luego, en el centro de la sala, Ariel Ballester recrea la muerte del poeta con una obra conceptual. “88 fosas comunes” parte de una investigación y cuenta la historia del 16 de agosto de 1936, cuando los falangistas detuvieron a García Lorca en Granada, en cuanto tomaron la ciudad andaluza. Dos días más tarde, fue fusilado junto a un maestro y dos banderilleros. La ubicación del lugar es incierta. Sus restos nunca fueron encontrados y Ballester captura las imágenes satelitales donde se hallaron fosas comunes de la Guerra Civil. La búsqueda está representada en un collage con 88 fotografías satelitales. A la derecha de esta obra, se encuentran los retratos de García Lorca y los tres anarquistas fusilados junto con él. Los verdugos figuran en una foto grupal y uno de ellos sostiene un bebé entre sus brazos.
Zulema Maza presenta un tríptico con fotografías intervenidas. “La sangre derramada” está integrado por tres collages digitales inspirados en el conocido poema “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”, un torero amigo de Lorca que murió en plena faena. En primer plano, a la derecha, se destaca la inmensa silueta obscura del toro embistiendo el capote del torero. La estilizada Verónica es perfecta. Pero sobre la arena, hay un dramático charco rojo; charco “de agonía” dice el verso. Las formas planas, rotundas, generan una distancia que coincide con la memoria histórica y es un recurso que funciona visualmente. La figura del torero es un dibujo ligero y su presencia se desvanece. La imagen central concentra la información, muestra el frente del “Hotel Castelar” y sobre los paredones, aparecen impresos los versos de García Lorca, donde se lee “Eran las cinco en punto de la tarde”. La foto de la derecha, “Plaza de toros”, describe la muerte con una modalidad casi abstracta. Las líneas curvas definen la plaza casi en sombras y, sobre la arena, se destaca una inmensa mancha roja. El cuerpo del torero ha desaparecido de la escena.
Con curaduría de Eduardo Medici, la muestra exhibe una imagen surrealista de Julieta Anaut y una instalación fotográfica sobre “Poeta en Nueva York” de Andrés Wertheim. García Lorca tuvo una estrecha relación con Salvador Dalí y según el Crítico Guillermo de Torre, “el encantamiento de tales poemas radica, por un lado, en su atmósfera de sueño inconexo, voluntaria, gloriosamente arbitraria; por otro, más sustancialmente, en su pura creación metafórica”.
En el tercer piso, en una sala a media luz, se divisa una selección de fotos tomadas de internet. García Lorca con Dalí y otros personajes, junto a los dibujos que llegó a exhibir en la galería Dalmau de Barcelona. Sobre un muro blanco se proyectan fragmentos de la película “Bodas de sangre” (1981) de Carlos Saura con el bailarín Antonio Gades, a partir de la obra de García Lorca. Saura había visto la tragedia de Lorca llevada al ballet y, seducido, decidió filmarla. Esa colaboración con Gades continuó en una trilogía: “Carmen” (1983, sobre la música de Georges Bizet) y “El amor brujo” (1986, sobre Manuel de Falla). Sin embargo, las dos últimas coreografías fueron creadas para la pantalla; sólo la de “Bodas de sangre” preexisitó a su rodaje.
Las historias suspendidas en la memoria del espectador afloran y enriquecen el recorrido. La muestra se completa con las obras de Belén Castillo, Cristina Fresca, Lena Szankay y Fer Zannol.