“La intervención policial ha estado marcada desde un inicio no sólo por la arbitrariedad sino también por una manifiesta ilegalidad, escogiendo el camino del delito para consumar una detención ilegal, matar a un joven e intentar matar a otros tres con sus armas reglamentarias, privarlos ilegítimamente de su libertad y falsear lo actuado en el hecho”, aseguró el fiscal en su dictamen.
Las filmaciones de las cámaras de seguridad, los testigos que declararon, los informes de peritos son las pruebas clave del caso por el que se solicitaron los procesamientos.
Por su parte Dalbón, en su escrito manifestó que “en la génesis de los hechos, se advierte una pésima maniobra policial alejada de toda lógica de actuación de los protocolos de cualquier fuerza de seguridad, para aprehender a supuestos “malhechores”, como pretendieron hacer creer en sus falsas declaraciones”.
A los chicos los vieron, los pasaron, los volvieron a esperar y Lucas terminó baleado y muerto. Por milagro los amigos salvaron sus vidas.
Para la querella “muy posiblemente la verdadera intención era detenerlos mas adelante para extorsionarlos, coaccionarlos y/o cualquier otra forma de conseguir dinero bajo cualquier pretexto, pero ciertamente entre varias posibilidades ninguna lícita”.
“No fue un enfrentamiento, fue una masacre”, no quedan dudas, remarcan los querellantes Dalbón y Javier Moral.
Las muestras obtenidas tanto del cráneo del niño Lucas como las que se obtuvieron de la escena del crimen, dan plena cuenta que todas son coincidentes con el calibre y tipo de arma de fuego que utilizaron los policías involucrados en el caso y que ahora se pide su procesamiento
La calificación de los delitos: “Homicidio cuadruplemente agravado por haber sido cometido con alevosía, por placer, por el concurso premeditado de dos o más personas y por cometerse abusando de su función o cargo por un miembro de una fuerza policial (que tuvo como víctima a Lucas Santiago González) y tres hechos de tentativas de homicidio con idénticos agravantes (cuyos damnificados son Joaquin Zuñiga Gómez, Julián Salas y Niven Huanca Garnica), en concurso real entre sí, que a su vez, concurren idealmente con los delitos de falsedad ideológica y privación ilegal de la libertad agravada por abuso funcional, todos ellos en concurso ideal, respecto de los cuales deberán responder en calidad de coautores penalmente responsables”. En caso de ser condenados les correspondería la prisión perpetua.
En el pedido de procesamiento se explica cómo fueron los hechos. Los imputados interceptaron al vehículo de las víctimas, descendieron armados y, pese a la corta distancia y no habiendo recibido ningún tipo de agresión por parte de las víctimas, efectuaron una cantidad significativa de disparos contra las zonas vitales de éstas.
Los tres policías argumentaron que estaban efectuando tareas de campo en una causa de drogas y que en ese marco comenzaron a seguir a los jóvenes y como no se detuvieron cuando intentaron identificarlos, dispararon contra ellos porque se sintieron amenazados.
El fiscal sostuvo que “de modo alguno se logra apreciar mínimamente, ni lograron justificarlo, el motivo por el cual podrán haber sospechado que los jóvenes se encontrarían vinculados a esa causa que investigaban”. “Resulta ser una mera excusa sin sentido, tendiente a mejorar sus complicadas situaciones procesales”, indicó el fiscal.
“Los firmes y elocuentes testimonios de los jóvenes que sobrevivieron al ataque han sido contestes en cuanto a que desconocían que los encartados fueran policías, pues jamás se dieron a identificar ni mostraron, no llevaban chalecos que los mostraban como tales, ni emitieron voz de “alto policía” ni emitieron sonidos de sirena policial. Más aún, cuando durante varias horas creyeron firmemente que habían sido asaltados y así lo transmitieron a sus padres”, explicó el fiscal.
En efecto, ninguno de ellos, ni el testigo Nicolás Connell Farrell que estaba paseando su perro en la zona, indicaron que se hubiesen identificado de modo alguno, sino que además no hubo advertencia previa de utilización de la agresión armada, pues habrían bajado empuñando su armamento, apuntando directamente a quienes tripulaban el VW Suran.
En el dictamen constan las declaraciones de los jóvenes, uno de ellos recordó que cuando eran atacados a tiros pensaban que los estaban robando, que pedía ayuda para que lo atendieran a Lucas. En el transcurso de eso Lucas se me pone en mi rodilla, me empieza a acariciar con su mano mi pierna”.
Otro de los chicos recordó que cuando fueron privados de su libertad en un principio, el personal personal preventor les profirió “ah, sos un villero también, a vos hay que pegarte un tiro de verdad”, mientras los obligaban a mantener la cabeza gacha, ocasión en la que también oyeron “¿acá hay domo, jefe?’ dice un policía, “¿acá hay domo?.} No. Bueno entonces nadie graba y nadie saca fotos, nadie graba y nadie saca fotos”.
El fiscal en su dictamen fue contundente: “Se los pretendió hacer pasar como reos cuando eras las víctima de semejante hecho”.
Tanto es así, advierte el fiscal, “que incluso en las primeras noticias periodísticas que fueron publicadas en diversos medios periodìsticas a lo largo del paìs, en el que se daba cuenta de la ocurrencia de un “tiroteo” entre los aquí imputados y las víctimas, por entonces señaladas como “delincuentes” y que “uno de los ladrones había sido baleado”.
El dictamen firmado por Gómez Barbella y el fiscal auxiliar Lucas Estévez citó como prueba fundamental los videos aportados por el Centro de Monitoreo Urbano que fueran analizados por la División Homicidios de la P.F.A.
Informe forense: El informe forense es además “demostrativo del nivel de desmesura y desprecio por la vida por parte de los encausados”. Allí se consignó que Lucas también presentó una “lesión contusa excoriativa de una superficie de 1,5 cm. x 1 cm. que afecta piel y tejido celular subcutáneo sin penetración a planos profundos de la región malar derecha. Esta lesión es similar a las observadas producto del paso tangencial de un proyectil de arma de fuego denominada surco (roce cutáneo)”, a lo que agrego que el proyectil que fue secuestrado detrás del respaldo de su asiento y las otras improntas corroboradas en el automóvil, dan cuenta de la cantidad de disparos que fueron efectuados hacia los adolescentes con el fin de atentar contra su vida, logrando su finalidad respecto de Lucas.
Policías experimentados: “Debido a la experiencia y elevado grado de preparación con el uso de armas, tal como fuera informado por los informes remitidos por el Instituto Superior de Seguridad Pública requeridos por esta Fiscalía, tanto Issasi como López y Nieva, lograron consumar la muerte de Lucas, mientras que no pudieron concretar su plan inicial por cuestiones ajenas a su voluntad en torno a los restantes chicos”, remarcó el fiscal.
En la causa se encuentran siendo investigados otros integrantes de la Comisaría Vecinal 4 D y de la División Sumarios y Brigadas de la Comuna 4 de la Policía de la Ciudad, en torno a maniobras tendientes a ocultar los delitos atribuidos a Issasi, Nieva y López y cuya posible participación será analizada en los próximos días por la fiscalía y querellas.
“Estas intervenciones policiales terminaron en una ejecución de un chico de 17 años de edad y en otras ejecuciones tentadas contra sus restantes compañeros, intentando fraguar el procedimiento policial disfrazándolo de una “persecución” originada en un mentiroso “estado de sospecha” o por la investigación de una causa por estupefacientes que, independiente de su existencia, fue utilizada como excusa absolutoria pero incapaz de conmover el enorme causal probatorio que pesa en contra de los tres policías de la División Sumarios y Brigadas de la Comuna 4 de la Policía de la Ciudad”, advirtió el fiscal sobre los supuestos encubridores.
En su pedido de procesamiento a los tres efectivos, Dalbón advirtió: “En primer lugar que se trató de una detención ilegal, arbitraria y con una suerte de odio por discriminación racial o social, y por otro lado que los imputados descreían de las consecuencias del disparo que ingresara en el cuerpo de Lucas González. El hecho de decir “…, a vos hay que pegarte un tiro de verdad…” -sic – como si el disparado fuera “de mentira” revela que no se creía que Lucas se encontrare en grave estado de salud, sino que se consideraba algo superficial y/o que estuviera efectuando algún tipo de actuación.
De allí es muy factible -aunque aún restan medidas probatorias para afirmar con total grado de precisión – que se le hubiera quemado con un cigarrillo en zona que forma una “v” en una de sus manos, para probar si fuere real y/o actuado el malestar en que se encontraba Lucas González.
“Esta técnica de tortura por demás conocida en distintas dictaduras alrededor del mundo, es compatible con la afirmación efectuada por alguno de los consortes de causa, pero que en definitiva recrea la idea que la detención era en razón de considerar que lo merecían por “villeros”. Un verdadero dislate imposible de admitir hoy en día, a pesar de la supuesta formación de toda fuerza de seguridad en DDHH”, sostuvo Dalbón en su escrito.
La reconstrucción de los hechos se realizará el martes 7 de diciembre con la presencia de los menores siempre que sean autorizados por sus padres, y de los imputados con sus defensas.
Fuente Ambito