
Las preocupaciones sobre una intervención electoral del Ejército se deben a la brutal dictadura militar de 21 años de Brasil que terminó en 1985, que llevó al país a establecer reglas para separar a las Fuerzas Armadas de la política.
Definición
“Quien gane las elecciones gobernará Brasil. No hay otra alternativa que respetar la voluntad del pueblo”, dijo el general en retiro Carlos Alberto dos Santos Cruz, quien fue ministro de Bolsonaro durante cinco meses en 2019, pero fue despedido tras enemistarse con el presidente.
“No puedo imaginar a las Fuerzas Armadas comportándose de otra manera”, añadió en una entrevista.
Analistas políticos y un exministro de Defensa dijeron que el prestigio de los militares se ha visto afectado debido a que Bolsonaro difuminó la línea entre su gobierno y las Fuerzas Armadas.
La debilidad de la economía y el mal manejo de la pandemia de coronavirus por parte del presidente, escéptico sobre las vacunas, están haciendo subir sus índices de rechazo y las primeras encuestas de opinión muestran que Lula podría arrasar en las elecciones.
Las órdenes de vacunación contra el covid-19 han causado divisiones entre Bolsonaro y lo que él llama frecuentemente como “mi Ejército”, personalizando a una institución pública.
El mando del Ejército exige que las tropas se vacunen y el jefe del regulador sanitario Anvisa, el almirante en retiro Antonio Barra Torres, escribió una carta abierta al presidente instándolo a retractarse de las críticas a su personal por autorizar la vacunación de los niños contra el coronavirus.
“Las recientes declaraciones sobre las vacunas demuestran que Bolsonaro no pudo impregnar a las Fuerzas Armadas con su ideología de extrema derecha”, dijo el exministro de Defensa Celso Amorim.
Amorim, quien también fue ministro de Relaciones Exteriores de Lula entre 2003 y 2010 y hoy asesora su candidatura, dijo que no está preocupado sobre la posibilidad de que los militares intenten frenar un tercer mandato del exlíder sindical.
Como presidente, Lula se resistió a los llamados de la izquierda para procesar a los líderes de las fuerzas armadas por los crímenes de la dictadura militar de 1964-1985.
También supervisó el ambicioso gasto en aviones de combate, submarinos y tanques, señaló Amorim. “Bolsonaro intentó cooptar a los militares, pero no pudo”, dijo.
“Errores garrafales”
El general en retiro Otavio Rego Barros, portavoz de Bolsonaro hasta que fue despedido sin reemplazo en 2020, dijo en una columna que los militares no han sido responsables de los “errores garrafales” del Gobierno.
“Las Fuerzas Armadas se reafirman como una institución del Estado, alejada de la política partidaria”, escribió.
El lunes, el comandante de la Fuerza Aérea Brasileña, Carlos de Almeida Baptista Junior, dijo al diario Folha de S. Paulo que los militares no tenían partido y que “saludarían” a quien se convirtiera en su comandante en jefe en las próximas elecciones presidenciales.
Otro oficial en retiro, el general Paulo Chagas, quien hizo campaña por Bolsonaro en 2018, indicó que muchos de sus colegas se habían disgustado con el presidente, ya que parecía no estar a la altura de la campaña anticorrupción con la que postuló.
Algunos generales pensaron que podrían mantener a Bolsonaro bajo su tutela uniéndose a su gobierno, pero ocurrió lo contrario, según Creomar de Souza, de la consultora de riesgo político Dharma. “Los hizo doblegarse. Los que no estaban de acuerdo se fueron o fueron despedidos”, sostuvo.
Agencia Reuters
Fuente Ambito