¿Quién paga el ajuste? El 60% del recorte es por “licuación” de ingresos y solo el 27% por “motosierra”
Por Annabella Quiroga
Las jubilaciones y los salarios llevaron la peor parte.
Hacia adelante, la reducción de la inflación podría impactar en las cuentas públicas.
Pese a que en el relato oficial sostiene que la mayor parte del ajuste que permitió alcanzar el superávit de las cuentas públicas fue por recorte de privilegios y gastos innecesarios, un informe de la consultora Empiria precisa que el impacto real fue el de la “licuadora” que se sintió especialmente sobre jubilaciones y salarios.
En el primer trimestre el superávit primario fue de $ 3.868.000 millones, lo que equivaldría a un 0,6% del PBI, según la estimación del IARAF. El superávit fiscal, después del pago de la deuda, asciende a $ 1.133.000 millones, lo que equivaldría a un 0,2% del producto.
Empiria divide en tres las herramientas usados para el ajuste: la motosierra explica el 28%, la licuadora el 60% y el freezer el 12%.
Bajo el poder de la motosierra, la herramienta que el Gobierno asocia con el recorte de privilegios y negociados, cayeron la obra pública y las transferencias corrientes a las provincias, con recortes del 87% y del 76% en términos reales, que a su vez representan el 22% y el 6% del total del ajuste.
Dentro de la licuadora se redujeron las jubilaciones y pensiones, con un retroceso del 29% real contra el año pasado, lo que representa el 33% del gasto, seguidas por los salarios y las universidades, con -23% y 13%, respectivamente.
En el tercer nivel de la licuadora están los planes sociales, que perdieron 29% y aportan 10% al ajuste, mientras el rubro “Otros” cedió 46% y representó el 4% del recorte.
Al “freezer” fueron a parar los subsidios, en especial los vinculados a los servicios públicos, que cayeron 46% en términos reales contra el primer trimestre del año pasado y explican el 12% de la contracción del gasto.
“A diferencia de lo comunicado por el presidente Javier Milei, entendemos que la mejora fiscal respondió principalmente a efecto licuación (35% del ajuste se concentró en jubilaciones) y no a un recorte o aumento de la productividad del gasto. Esto vuelve un tanto endeble el resultado y deja dudas respecto a su sostenibilidad en el tiempo”, marcan desde LCG.
La alta inflación fue un componente esencial de la licuación con partidas de gasto virtualmente congeladas. Pero ahora que el índice de precios se perfila a cerrar abril en torno al 9%, ese efecto se va diluyendo.
Para Consultatio, “frente a este proceso de desinflación acelerada, el Gobierno se verá forzado a realizar ajustes a su programa económico. El ajuste fiscal deberá mostrar un salto cualitativo, con una menor dependencia de la licuación y una mayor previsibilidad de los recortes y de los ingresos”.
¿Superávit todo el año?
Nicolás Gadano, economista jefe de Empiria, sostiene que pese a la baja de la inflación el Gobierno logrará cerrar el año con equilibrio fiscal primario o incluso con superávit. “No es tan así que el efecto licuadora va a desaparecer. Con la modificación de la fórmula, las jubilaciones se va a ir ajustando por la inflación de dos meses antes y dejarán de perder en terminamos reales. Pero no recuperan lo perdido y según nuestro cálculo el Gobierno podrá consolidar un ahorro de 1 punto del producto respecto del año pasado, que es más de que el propio Gobierno estimaba ahorrar”.
De este modo, “lo que se inició con la licuación se consolida con una medida que genera un ahorro más estructural”.
A esto se agrega que hacia adelante el ajuste del tarifas está hecho y aportaría una reducción del gasto equivalente al 0,5% del PBI.
Incluso frente a la decisión del Gobierno de postergar erogaciones para forzar a que las cuentas sean positivas, como ocurre con los pagos a las energéticas que ahora buscarán cubrir con un bono de US$ 600 millones, Gadano sostiene que “el ajuste está en marcha”.
“Lo más factible es que logren un equilibrio primario en 2024 dada la convicción que muestra el Gobierno. Más allá de que los números del primer trimestre están forzados es un ajuste fiscal real, no es mentiroso”, refuerza.
“Si tuvieran un superávit primario estarían cerca del equilibrio financiero. Tanto equilibrio como superávit primario es un resultado espectacular. La carga de intereses este año no es tan fuerte y de cara al siguiente al año es un resultado muy importante”, señala Gadano.
“También tiene que seguir la recuperación del impuesto a los combustibles, el Gobierno ahí no puede aflojar si quiere mantener el objetivo fiscal”. Este impuesto debería volver a aumentar con el arranque de mayo. “Sería un retroceso si una vez más, como hacía Massa, el Gobierno posterga el impacto del ajuste por inflación del impuesto a los combustibles. Si lo concreta representa un impacto adicional del 0,4% del PBI”.
Gadano admite que una de las luces amarillas que enfrenta el programa fiscal es la caída de la actividad que pega sobre los ingresos fiscales.
“Nuestro escenario es que la economía se irá recuperando aunque no en forma de V corta como dice el Gobierno. Esto permitiría que los ingresos dejen de caer en términos reales”.
Hoy el impuesto PAIS representa el 13% de la recaudación y el Gobierno se comprometió a darlo de baja este año. A la vez este tributo, que encarece las compras en dólares, está atado al cepo cambiario. Una vez que se unifique el valor del dólar debería desaparecer.
“El impuesto PAIS es otra de las luces amarillas. En una salida del cepo plena será muy difícil sostenerlo, pero con esa quita el Gobierno perdería ingresos fiscales que pesan mucho y no se coparticipan. No digo que se haga de un día para otro pero deberían ir armando algo para ir saliendo del Impuesto PAIS y reemplazarlo con otros impuestos”.
Fuente Clarin