Los críticos de Javier Milei parecen desconocer el cuadro de la evolución determinado por el astrofísico franco canadiense Hubert Reeves, quien describe el ajuste de las distintas etapas de un itinerario, en donde cada una de ellas va preparando a la otra de manera inteligente, poniendo en vigencia el principio de la continuidad.
No sabemos si el Presidente ha leído a Reeves, pero se advierte en él una clara determinación para arribar a un escenario de su labor presidencial que tenga un sentido, logrando al finalizar su mandato un estado de plenitud social donde prime la diversidad y, sobre todo, la génesis de lo nuevo.
Su apelación a las “fuerzas del cielo”, implica que para él (como para Reeves), Dios es de alguna manera una síntesis de la problemática que conduce a dicha meta, por constituir el Alfa y el Omega de todas las cosas.
En relación con ello, la teoría del científico canadiense se asienta sobre la idea de que existe siempre un llamado a la responsabilidad humana ante lo creado, que empuja al individuo a sentir las implicancias de la misma en su relación con los demás.
Economía y filosofía “instintiva” parecen mezclarse en los pensamientos de Milei, quien parece decidido a combatir años de ciertos clichés que provienen, según el líder libertario, de los contubernios de una verdadera “casta” privilegiada: los políticos profesionales.
Es muy probable que como parte de sus creencias, Milei sueñe en su fuero íntimo con una resurrección que logre apartarnos de tal modo de las amenazas de una inercia que nos condenaba a dejarnos atrapados en una malsana resignación.
Esto ocurre en un mundo donde la ciencia, en sus distintas ramas e hipótesis más audaces, mantiene hoy día muchos puntos de convergencia con algunas ideas centrales de las grandes religiones, lo que llevó a un científico como Reeves a describir sus teorías filosóficas en su calidad de tal.
En el caso de Milei, puede advertirse también que se trata de un líder que pretende apartarse de las visiones clásicas de la irreversibilidad del tiempo.
Quienes nos leen, pensarán probablemente que apelamos a un escenario que no parece tener relación con los caminos sinuosos de la política. Pero ¿de qué otra manera pueden explicarse ciertos acontecimientos que mantienen azorados a muchos críticos del Presidente?
Una de las obras más conocidas de Reeves se titula: “El espacio adquiere la forma de mi mirada”, y creemos que el pensamiento del actual Presidente -sin que él sea plenamente consciente de ello-, ancla sus principios en los términos de ese elocuente concepto.
Que tenga o no éxito en su gestión es harina de otro costal y estará relacionado seguramente con el humor de una sociedad que ha sufrido enormes desengaños y parece haber agotado su paciencia de espera por “tiempos mejores”.
A buen entendedor, pocas palabras.
Fuente Periodico Tribuna