Maracaibo, Venezuela, 7 de septiembre de 2025 – Total News Agency – TNA –En un movimiento que subraya la creciente influencia de Beijing en el sector energético de naciones bajo sanciones occidentales, la empresa china Concord Resources Corp (CCRC) ha completado la instalación de la primera plataforma petrolera flotante en el Lago de Maracaibo, el corazón histórico de la industria petrolera venezolana. Esta iniciativa, valorada en mil millones de dólares, representa un hito en la cooperación bilateral entre China y Venezuela, permitiendo la reactivación de campos abandonados en medio de las restricciones impuestas por Estados Unidos desde 2019. La plataforma, bautizada como “Alula”, ya se encuentra operativa en la zona de Lagunillas, marcando el inicio de un plan ambicioso para quintuplicar la producción local de crudo en los próximos dos años.
La “Alula” es una unidad marina autoelevable, registrada bajo bandera de Santo Tomé y Príncipe, diseñada para operaciones en aguas someras como las del Lago de Maracaibo. La estructura partió del puerto de Zhoushan, en la provincia china de Zhejiang, y recorrió miles de kilómetros hasta llegar a Venezuela. Guiada por remolcadores especializados, la plataforma cruzó bajo el icónico Puente General Rafael Urdaneta sobre el Lago de Maracaibo durante el fin de semana pasado, un trayecto que simboliza no solo un logro logístico sino también un desafío directo a las limitaciones impuestas por las sanciones estadounidenses. Una vez en posición, la “Alula” se ancló en las aguas del segundo mayor centro petrolero del país, donde comenzará a extraer crudo de los campos Lago Cinco y Lagunillas Lago, áreas que han sufrido un declive significativo debido a la falta de mantenimiento y inversión en los últimos años.
El proyecto de CCRC, una subsidiaria enfocada en recursos naturales y con experiencia en operaciones globales, busca reactivar aproximadamente 100 pozos abandonados en estos campos. Actualmente, la producción en la zona ronda los 12.000 barriles diarios, una fracción de su potencial histórico. Bajo el plan establecido, se espera elevar esta cifra a 60.000 barriles por día para finales de 2026, mediante la implementación de tecnologías avanzadas de extracción y perforación. El acuerdo contractual, que abarca un período de 20 años, estipula que el crudo ligero producido se destine a la estatal Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), mientras que el crudo pesado sea exportado directamente a China, fortaleciendo las cadenas de suministro energético de Beijing.
Esta inversión llega en un momento crítico para la industria petrolera venezolana, que ha visto su producción nacional estabilizarse en torno al millón de barriles diarios, con exportaciones alcanzando un pico de nueve meses en agosto, con 966.500 barriles por día. Sin embargo, el sector sigue lastrado por años de subinversión, corrupción y las sanciones impuestas por Washington, que han disuadido a empresas occidentales como Chevron o ExxonMobil de expandir sus operaciones. En contraste, China ha emergido como el principal socio comercial y financiero de Caracas, absorbiendo la mayor parte de las exportaciones petroleras venezolanas y proporcionando préstamos y tecnología a cambio de acceso preferencial a recursos.
Para garantizar el éxito de la operación, CCRC ha desplegado un equipo de técnicos especializados procedentes de China, quienes supervisarán la instalación y el mantenimiento inicial de la plataforma. Esta transferencia de conocimiento es parte de una estrategia más amplia de Beijing para diversificar sus fuentes de energía, invirtiendo en países como Venezuela, Irán y Rusia, donde las sanciones occidentales crean vacíos que las empresas chinas pueden llenar con capital y expertise. Expertos en geopolítica energética señalan que esta movida no solo asegura suministros estables para la economía china, la mayor consumidora de petróleo del mundo, sino que también fortalece la posición de Venezuela en el mercado global, permitiéndole sortear el aislamiento impuesto por Estados Unidos y la Unión Europea.
El Lago de Maracaibo, ubicado en el estado Zulia, ha sido el epicentro de la producción petrolera venezolana desde principios del siglo XX, cuando se descubrieron vastos yacimientos que convirtieron al país en uno de los principales exportadores mundiales. Sin embargo, décadas de explotación intensiva han llevado a problemas ambientales graves, incluyendo contaminación por derrames y hundimientos del lecho lacustre, lo que ha complicado las operaciones. La llegada de la “Alula” representa la primera infraestructura petrolera significativa instalada en años, y se espera que incorpore medidas de mitigación ambiental para minimizar impactos adicionales, aunque detalles específicos sobre estas salvaguardas no han sido divulgados por completo por las autoridades.
Desde una perspectiva más amplia, este desarrollo ilustra las dinámicas cambiantes en el tablero geopolítico energético. Mientras que Occidente mantiene presión sobre el régimen de Nicolás Maduro a través de sanciones dirigidas a restringir el flujo de ingresos petroleros, China opta por una aproximación pragmática, priorizando la estabilidad de sus importaciones sobre consideraciones políticas. Analistas destacan que proyectos como este podrían inspirar a otras naciones asiáticas o del Sur Global a invertir en Venezuela, potencialmente acelerando la recuperación de su industria petrolera. No obstante, persisten desafíos: la volatilidad de los precios del crudo, la inestabilidad interna en Venezuela y posibles escaladas en las tensiones con Estados Unidos podrían poner en riesgo el cumplimiento de las metas establecidas.
En el corto plazo, la operación de la “Alula” podría generar empleos locales en Zulia, una región golpeada por el desempleo y la migración masiva, y contribuir a estabilizar la economía venezolana, que depende en gran medida de los ingresos petroleros. PDVSA, por su parte, ve en esta alianza una oportunidad para modernizar su infraestructura obsoleta, aunque críticos advierten sobre la dependencia creciente de socios extranjeros, lo que podría comprometer la soberanía energética del país a largo plazo.
A medida que la “Alula” comience sus perforaciones iniciales, el mundo observará de cerca si este proyecto logra sus objetivos ambiciosos, potencialmente reconfigurando las alianzas energéticas en América Latina y más allá.