Buenos Aires, 5 de noviembre de 2025 – Total News Agency-TNA –.La Confederación General del Trabajo, principal central sindical de Argentina, se apresta a renovar su liderazgo en un congreso nacional que se desarrolla hoy en la sede de Obras Sanitarias, en un contexto de crecientes tensiones internas y presiones externas derivadas de la agenda de flexibilización laboral impulsada por el gobierno de Javier Milei. El encuentro, que comienza a las 9 de la mañana con la acreditación de delegados, se perfila como un hito para la unidad obrera, aunque las fracturas entre facciones podrían complicar la negociación de cambios profundos en la normativa laboral, que el Ejecutivo busca implementar tras el fallido intento con el Decreto de Necesidad y Urgencia 70 de 2024, actualmente trabado en la Justicia por acción de la propia CGT.
El foco del congreso recae en la elección de un nuevo triunvirato que asumirá la conducción de la entidad, un formato que se ha consolidado en los últimos años ante la ausencia de un líder unificador capaz de aglutinar a los diversos sectores sindicales. Fuentes cercanas a las deliberaciones indican que dos de los puestos ya cuentan con amplio consenso: Cristian Jerónimo, de 49 años y con una extensa trayectoria en el Sindicato de Obreros y Empleados Vidrieros, y Jorge Sola, actual secretario de Prensa y Comunicación de la CGT, impulsado por el sector de los “gordos” cegetistas y representante del Sindicato del Seguro. Ambos representan una mezcla de renovación moderada y continuidad, con Jerónimo alineado históricamente a figuras como Pablo Moyano pero ahora próximo a los independientes, y Sola como un operador clave en la difusión de posiciones sindicales.
La tercera plaza del triunvirato genera mayor controversia y simboliza las pugnas por el equilibrio de poder dentro de la central. Hugo Moyano, líder de Camioneros y uno de los pesos pesados del sindicalismo argentino, ejerce una presión inquebrantable para mantener a Octavio Argüello, también de su gremio, en el cargo. Argüello, que integra el actual triunvirato junto a Héctor Daer (Sanidad) y Carlos Acuña (Estaciones de Servicio), encarna el músculo del transporte, un sector vital para cualquier movilización obrera. Su permanencia se justifica en la necesidad de preservar la influencia de los gremios duros en la cúpula, especialmente en un escenario donde la CGT debe enfrentar una reforma laboral que podría recortar derechos adquiridos, como indemnizaciones por despido o restricciones a las huelgas. De confirmarse esta fórmula, el nuevo liderazgo carecerá de representación femenina, pese a las menciones iniciales a candidatas como Maia Volcovinsky (Judiciales) o Marina Jaureguiberri (Docentes Privados), lo que ha generado críticas internas por la persistente masculinización de la dirigencia.
Las negociaciones informales que se extendieron durante todo el martes en la sede de la Unión Obrera de la Construcción de la República (UOCRA) expusieron las fisuras de la interna cegetista. Participaron figuras clave como Gerardo Martínez (UOCRA), Armando Cavalieri (Comercio), Daer, Moyano, José Luis Lingeri (Canteros), Juan Pablo Brey (Aeronavegantes) y Guillermo Moser (Luz y Fuerza). Allí se delineó el esquema básico del triunvirato, pero con una advertencia: el puesto de Argüello podría ser negociable para evitar un quiebre mayor con el sector liderado por Luis Barrionuevo (Gastronómicos). Este último, junto a aliados como Roberto Fernández (UTA) y Omar Maturano (La Fraternidad), propuso inicialmente prorrogar por seis meses el mandato actual, argumentando que fortalecería la posición de la CGT en las tratativas con el gobierno. Sin embargo, ante la falta de apoyo suficiente y la mayoría favorable a la renovación, cedieron, aunque no sin portazo: ese bloque se ausentó de la reunión en UOCRA, molesto por la postulación de Jerónimo, a quien resisten por su alineación pasada con el moyanismo.
La ausencia de Barrionuevo en el congreso parece casi segura, y se duda de la participación de delegados de UTA, aunque La Fraternidad podría concurrir para asegurar un cupo en la secretaría de Juventud, ocupado por un hijo de Maturano. Esta fractura no es menor: el barrionuevismo carece de los 32 aliados necesarios para competir en el Consejo Directivo, donde cada secretaría debe ser cubierta por un gremio distinto. Amenazas de listas paralelas se diluyeron ante la realidad numérica, pero el malestar persiste, exacerbado por la percepción de que los mayoritarios ignoran sus reclamos. Martínez, como delegado ante la Organización Internacional del Trabajo y el Consejo Económico y Social, ha mediado intensamente, inclusive con reuniones separadas con Maturano y Mario Calegari (UTA), quienes insistieron en un liderazgo único o en la prórroga. Cavalieri, cuyo gremio aporta 281 congresales –el mayor contingente–, resulta pivotal en cualquier votación.
Más allá de las personalidades, el congreso adquiere relevancia estratégica en el tablero político-económico. El gobierno libertario, con asesores como Santiago Caputo al frente de los lazos con el sindicalismo, ve en la CGT un obstáculo para su paquete de reformas, que incluyen mayor flexibilidad en contrataciones, reducción de costos laborales y límites a la negociación colectiva. La central ya demostró su capacidad de resistencia al judicializar el DNU 70/2024, que buscaba derogar más de 300 normas laborales. Un triunvirato unido, aunque frágil, podría endurecer la postura opositora, priorizando la defensa de conquistas históricas en un año marcado por la inflación y la recesión. En paralelo, se anticipan cambios en el Consejo Directivo: Abel Furlán (UOM) en Gremial, Daer en Interior, un representante de SMATA en Industria, Martínez en Relaciones Internacionales y Andrés Rodríguez (UPSRA) como adjunto.
El cierre de las deliberaciones se espera para el mediodía, con la esperanza de un acuerdo que, al menos, preserve la unidad formal. En un sindicalismo fragmentado –con la CTA y otros espacios en paralelo–, la CGT no solo elige nombres, sino un rumbo para contrarrestar el embate oficialista. Si las tensiones escalan, el riesgo de parálisis en las negociaciones laborales podría profundizar el divorcio entre el gobierno y los trabajadores, en un 2025 que arranca con interrogantes sobre la estabilidad social.

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