Santiago de Chile, 16 de noviembre de 2025 – Total News Agency-TNA- Chile cerró este domingo a las 18 hora local sus Elecciones Presidenciales y Parlamentarias 2025, en una jornada de alta participación marcada por el voto obligatorio, fuerte polarización política y la sensación de que ningún candidato alcanzará el 50% más uno de los sufragios, lo que empujaría la definición de la presidencia a un balotaje el próximo 14 de diciembre.
Con los locales de votación ya clausurados, el Servicio Electoral (Servel) inició el conteo de votos y anticipó que los primeros datos oficiales se conocerán en las próximas horas, a través de los cómputos provisorios que se difundirán en su plataforma digital y cadenas nacionales. La autoridad electoral destacó que la jornada transcurrió “con completa normalidad” y que las mesas solo permanecieron abiertas más allá del horario legal en aquellos recintos donde aún había filas formadas antes de las 18.
Las elecciones de este domingo son las novenas presidenciales desde el retorno a la democracia en 1990 y se celebran bajo la nueva normativa que reinstaló el voto obligatorio para todos los chilenos mayores de edad que no estén afectados por penas aflictivas, con sanciones económicas para quienes se ausenten sin justificación. La misma regla regirá en una eventual segunda vuelta, ya fijada por el Servel para el 14 de diciembre en caso de que ningún postulante alcance la mayoría absoluta.
Ocho candidatos compiten por llegar a La Moneda: Franco Parisi (Partido del Pueblo), Jeannette Jara (Unidad por Chile), Marco Enríquez-Ominami (Partido Progresista), Johannes Kaiser (Partido Libertario Nacional), José Antonio Kast (Partido Republicano), Eduardo Artés (Partido Acción Proletaria), Evelyn Matthei (Chile Vamos) y el independiente Harold Mayne-Nicholls. Se trata de una oferta fragmentada que, según coincidían las encuestas previas, hace muy improbable que alguien supere el umbral necesario para imponerse en primera vuelta.
Durante la mañana, el presidente Gabriel Boric votó en Punta Arenas acompañado por su hija Violeta y aprovechó el momento para enviar un mensaje de “unidad nacional” por encima de las diferencias políticas. El mandatario dijo sentirse emocionado por poder sufragar con su hija y sostuvo que Chile debía entenderse “como una familia” que, pese a sus discrepancias, seguirá “junta siempre” para fortalecer la democracia de las próximas generaciones.
La campaña que terminó el jueves estuvo dominada por la preocupación social por la inseguridad, la inmigración irregular y el enfriamiento de la economía. Estudios recientes muestran que casi dos de cada tres chilenos mencionan al crimen y la violencia como su principal inquietud, un nivel de temor que se ha convertido en eje de los discursos y propuestas de prácticamente todas las candidaturas, a pesar de que las tasas de homicidios siguen siendo más bajas que en otros países de la región.
Analistas locales señalan que el aumento de la delincuencia violenta, la presencia de bandas organizadas vinculadas al narcotráfico y el impacto de la inmigración en ciertos barrios urbanos alimentaron la sensación de inseguridad y presionaron a los aspirantes a la presidencia a escalar su retórica punitiva, con promesas de más policías, endurecimiento de penas y reformas procesales rápidas.
Al mismo tiempo, la elección funciona como un plebiscito indirecto sobre la gestión de Boric tras una primera mitad de mandato marcada por el fracaso de dos procesos constituyentes, conflictos recurrentes con el Congreso y tensiones dentro de la coalición oficialista. La composición del nuevo Parlamento será decisiva para el grado de gobernabilidad del próximo presidente, en un sistema político donde las mayorías parlamentarias claras se han vuelto excepcionales
La jornada dejó también algunos episodios puntuales de desorden organizativo, como la entrega de papeletas a los votantes mientras aún esperaban en la fila, antes de identificarse formalmente ante la mesa, situación registrada por canales de televisión y luego corregida por instrucciones del Servel, que calificó el hecho como un “error de buena fe” de los vocales. Estos incidentes, sin embargo, no alteraron el desarrollo general del proceso ni motivaron denuncias masivas de irregularidades.
Con los centros de votación ya cerrados, la atención se concentra ahora en el recuento y en la batalla simbólica por el “relato” de la noche electoral. En las distintas sedes partidarias se preparan para salir a leer los primeros cómputos como triunfos parciales y, al mismo tiempo, empezar a tejer eventuales alianzas de cara a un balotaje que, salvo sorpresa mayúscula, ordenará de nuevo el tablero entre bloques de izquierda y derecha en uno de los países políticamente más observados de la región.

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