Alberto Fernández criticó hoy a la Corte Suprema con un discurso de una violencia sin precedentes. No solo por lo que dijo, sino además por las formas. Fue a los gritos y señalando con el dedo al presidente y el vicepresidente del tribunal, que lo escuchaban inmóviles. Estos ataques, que ya no contentan siquiera al kirchnerismo, esconden algo más: el fracaso del Presidente en materia de Justicia.
Una de las bases de la alianza que lo llevó al gobierno en 2019 era que él tenía el conocimiento de los tribunales, la experiencia como penalista y las relaciones necesarias para ordenar la pésima situación que el kirchnerismo -y Cristina Kirchner en particular- afrontaba en la Justicia. Alberto Fernández llegó con la promesa de que reformaría los tribunales federales y diluiría el poder de Comodoro Py (un plan ambicioso que ya habían intentado otros sin éxito). Apostaba, en cambio, a consolidar su buena relación con los jueces de la Corte, a quienes conocía bien. Elena Highton, por ejemplo, decía públicamente que la primera ministra de Justicia, amiga íntima y socia de Fernández, Marcela Losardo, era una “polla” suya a quien ella había “criado de chiquita”. Y hasta poco antes de asumir Fernández compartía una mesa de almuerzos con amigos abogados en el Club Americano que integraba también Juan Carlos Maqueda. En aquella época, elogiaba incluso a Carlos Rosenkrantz.
Cristina Kirchner (Aníbal Greco/)
Pero nada de lo que hubiera podido esperarse pasó. El Presidente no logró que el Congreso sancionara ninguna de las reformas judiciales que mandó. Ni la duplicación de los juzgados federales ni la modificación del Ministerio Público ni la reforma del Consejo de la Magistratura ni la modificación de la Corte. Todas fueron aprobadas por el Senado, los dominios de Cristina Kirchner, y ninguna por Diputados. En el kirchnerismo duro creen que faltó esfuerzo y voluntad política.
Menos colaborador fue el Senado para darle su acuerdo al juez federal Daniel Rafecas, el candidato que había elegido el Presidente para ocupar la Procuración General de la Nación. Después de esa experiencia, Fernández no mandó siquiera una candidata para reemplazar a Highton en la Corte.
Alberto Fernández presentó en plena pandemia a la comisión asesora para redactar una reforma judicial
Las tres veces anteriores que el Presidente inauguró las sesiones ordinarias del Congreso criticó también el funcionamiento de la Justicia. A diferencia de lo que pasó hoy, las tres veces anunció proyectos de reformas para los tribunales y pidió que sancionaran las que había mandado. Ayer ya no propuso nada. La admisión de su derrota fue explícita: dijo que hizo “todo lo humanamente posible” para reformar una Justicia que “persigue” a Cristina.
Y no parece justo que le echen la culpa a Fernández, pero lo cierto es que después de tres años de gobierno, la vicepresidenta está ahora condenada por corrupción. Mal condenada, dice el Presidente, que no pronunció sin embargo la palabra “proscripción”; sí dijo que el tribunal la condenó “buscando su inhabilitación política”, pero según la fórmula que usó, eso no le impediría a ella ser candidata.
Fuente La Nacion