Ya no solamente los sectores más tradicionales del Partido Justicialista cuestionan a La Cámpora. Ahora también crece con fuerza un movimiento al interior del propio kirchnerismo para aislar y correr a la organización ultracristinista de la centralidad en la toma de decisiones del espacio panperonista, y encumbrar a Axel Kicillof como nuevo jefe.
Hasta el 2023, La Cámpora funcionaba como correa de transmisión de las decisiones de Cristina Kirchner, la máxima autoridad y quien ordenaba para abajo a todo el movimiento político. Los apóstoles de Cristina y Máximo Kirchner eran los que llevaban como mensajeros la palabra bendita de “la Jefa”, que no se podía cuestionar ni una coma. Por eso cundía un respeto supremo y hasta un temor reverencial hacia los monjes negros de la agrupación del hijo de la ex presidenta.
Corrida ella misma de la política institucional en diciembre pasado, se derrumbó la sumisión a La Cámpora, afloraron las diferencias y el kirchnerismo silvestre recuperó su autonomía para decidir sobre su destino.
El liderazgo de Cristina Kirchner se sigue respetando por su trayectoria, pero quedó astillado después de hacerle perder tiempo a la dirigencia kirchnerista no camporista en un operativo clamor que ella -en una estrategia especuladora- agitó para después declinar. Solo algunos pocos de su entorno sabían que la entonces vicepresidenta nunca había considerado ser candidata pero igual dejó correr el clamor para empoderarse y poder quedarse con la lapicera para llenar con camporistas la lista de diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires.
Ese juego calculador con lógica palaciega de Cristina Kirchner enojó a los cuadros de la segunda línea kirchnerista, que se sintieron usados durante la campaña con el único objetivo de que La Cámpora retuviera lugares de poder en el Parlamento sin importar que mientras eso sucedía se estaba entregando el país al anarcocapitalismo de Javier Milei.
Para colmo, debían aceptar con resignación la candidatura de un centrista como Sergio Massa, al que el paladar kirchnerista nunca sintió como propio. Sin importarle demasiado esas susceptibilidades de la militancia, Cristina Kirchner y La Cámpora habían hecho su negocio en un pacto que incluyó bajar a Eduardo “Wado” de Pedro y Daniel Scioli de una hipotética interna peronista.
Decepcionados con las últimas acciones e inacciones de Cristina Kirchner, cuyas dos presidencias (2007-2015) enmarcan en un cuadro como glorias del pasado reciente, estos sectores del kirchnerismo ya le tocan la puerta a Kicillof para pedirle que asuma la conducción del movimiento peronista, y que no acepte ningún condicionamiento de La Cámpora.
El ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense, Andrés “Cuervo” Larroque, quien rompió lanzas con La Cámpora y con Máximo Kirchner hace casi dos años, es el principal exponente de este cambio de bando. Pero son muchísimos más los paladines de esta búsqueda por aislar a La Cámpora para que pierda influencia en el ecosistema K: desde el diputado nacional Hugo Yasky de la CTA de los Trabajadores, pasando por los intendentes Jorge Ferraresi (Avellaneda), Mario Secco (Ensenada), Julio Alak (La Plata) y Fernando Espinoza (La Matanza), el ex ministro de Obra Pública Gabriel Katopodis, y el dirigente del Suteba Roberto Baradel.
El sábado pasado, en un discurso que dio durante un acto en San Vicente, Larroque encendió al mecha al señalar que “cualquiera que ose murmurar, conspirar o sembrar cuestionamientos extraños” contra Kicillof “está en una joda rara y no está jugando a favor del peronismo”.
También cuestionó la forma en que Cristina Kirchner ejerce la conducción en los últimos años, apelando a figuras de La Cámpora como emisarios para disciplinar al resto del peronismo K.
“¿Qué significa la conducción de Cristina? ¿Qué es la conducción de Cristina? ¿Que tres ñatos te manden un WhatsApp? Yo no quiero esa conducción de Cristina, quiero la conducción con movimiento popular, cuadros auxiliares de conducción, mesas de discusión, con debate, con programa, con método y movilización”, cruzó Larroque.
Y defendió a Kicillof: “Es un compañero honesto, trabajador, que sabe gestionar, que es empático con la gente y demostró ser exitoso en las elecciones”.
La Cámpora salió a contestarle a Larroque a través del senador nacional Mariano Recalde, quien negó que La Cámpora esté embarcada en una estrategia para esmerilar o desconocer al gobernador bonaerense.
“No entiendo cuando el Cuervo Larroque dice que hay un compañero que anda en una cosa rara, pensé que hablaba de Guillermo Moreno, que es el que cuestiona a Axel todo el tiempo”, expresó.
El porteño dijo que “nunca” vio a “un compañero del kirchnerismo cuestionando a Axel” y en cambio advirtió que “el que cuestiona a Cristina anda en algo rarísimo”.
“Me parece extraño que Larroque cuestione sus métodos, no es a través de WhatsApp como él dice”, corrigió. La polémica no quedó ahí ya que varios dirigentes kirchneristas salieron en defensa del ministro de Kicillof. Por caso, Secco aseguró que “cualquiera se calienta” cuando “un cuatro de copas manda un mensajito”.
“No es bueno que Cristina mande mensaje por Whatsapp a través de otros compañeros, eso te hace calentar”, machacó el mandatario municipal.
“Muchas veces los que rodean a Cristina terminan haciendo pelotudeces”, fustigó, y también criticó a La Cámpora por especular con movilizar solamente cuando el Gobierno “explote”.
El intendente de Ensenada afirmó que esa estrategia de “estar guardados no sirve”, y comparó esa actitud con la de Kicillof que le está “poniendo el cuerpo” a la gestión todos los días sin ocultarse.
En la misma sintonía, Yasky opinó que “hay que dejar de hablar desde las catacumbas y los vips”, en alusión a La Cámpora.
“Hay que dejar de mandar señales que hay que descifrar como si fueran códigos secretos”, siguió el diputado nacional y líder de la CTA.
“No podemos dejar de reconocer que emergen figuras como las de Axel Kicillof, y no nos podemos dar el lujo (como dice Larroque) de desgastarnos nosotros mismos. Y si hay críticas para hacer que se hagan en los ámbitos para discutirlo”, agregó.
Justamente Yasky fue el protagonista de una reunión que tuvo lugar en un despacho de Unión por la Patria luego del escándalo por la designación fallida de Marcela Pagano en la comisión de Juicio Político. A dicho cónclave terminaron sumándose cerca de una treintena de diputados. No estuvo presente ningún camporista.
Las diferencias son cada vez más nítidas. Mientras que un sector del bloque que preside Germán Martínez propone pedir una sesión especial en la Cámara de Diputados para intentar voltear el DNU 70 que ya recibió el rechazo del Senado, La Cámpora es partidario de no sumarse a una maniobra por la cual los adversarios tengan elementos para tildarlos de “golpistas” o “desestabilizadores”.
Durante muchos años, La Cámpora era la organización que acusaba a otros sectores del peronismo de “tibios”. Hoy, de la mano de la moderación de Cristina Kirchner, que llegó al punto de avalar públicamente el plan de flexibilización laboral de Milei, esa relación parece haberse invertido.
Fuente Mendoza Today