Por Enrique Guillermo Avogadro
“Juzga a un hombre por sus preguntas más que por sus respuestas”.
William Shakespeare
Los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola llevan una ardua investigación tendiente a encontrar y decomisar bienes de Cristina Fernández, sus hijos, cómplices y testaferros para devolver al Estado el producto del mayor episodio de corrupción de nuestra historia. Pero, claro, sus logros estarán limitados a los bienes registrables y cuentas bancarias, aquí y en el exterior, ya que les resultará harto difícil llegar a aquéllos otros que, quizás como el efectivo presuntamente enterrado y los fondos depositados en paraísos fiscales, quedan fuera de los radares oficiales. Por ello, insistiré en la teoría que publiqué en sendas notas en mayo de 2012 (“La gata de Angola” y “Son eternos los diamantes”), pues está a la vista que la organizadora y jefa de esa monumental asociación ilícita se sigue riendo de nosotros desde su pseudo cárcel de San José 1111, con su fortuna a buen recaudo.
Porque fue “casualmente” en ese momento (2012) que la ex Presidente organizó, con la colaboración de otro reo, el recordado Guillermo Patotín Moreno, una misión comercial a Angola, con quien no tenemos negocios; el intercambio, de sólo US$ 11 millones anuales en su mejor momento, desde 2017 es cero. Pero hasta allí fue “Ella”, llevando un buque con una vaca, una falsa cosechadora, unos pollos, merchandising anti-Clarín y un montón de inexplicados containers; todos recordamos el triste espectáculo que brindó en Luanda, su capital, simulando aletear y ordeñar, pero nada de eso sirvió, como era natural, para que la Argentina vendiera algo en ese país.
Intrigado, averigüé un poco más sobre el país africano, y descubrí que Jose Edoardo dos Santos, su Presidente (1979/2017), era en realidad un tirano corrupto (tanto como los Kirchner) que había puesto a una de sus hijas al frente de la empresa petrolera nacional y, a la otra, de la compañía de diamantes (Angola es el segundo productor, después de Rusia). Dado que el petróleo allí lo extrae Repsol, a quien Cristina Fernández y Axel Kiciloff le acababan de “nacionalizar” sus acciones en YPF, cualquier negocio en el rubro resultaba impensable y, entonces, sólo quedaban las piedras.
Por entonces, ya se anunciaba que el Banco Central Europeo sacaría de circulación los billetes de quinientos euros, que facilitaban el movimiento de fondos ilegales en transacciones espurias. Y se decía que – y ahora se ha comprobado por las confesiones de muchos “arrepentidos” en la causa “Cuadernos” – que Néstor Kirchner, patriarca de la familia gangsteril y organizador original del saqueo, exigía precisamente en esos billetes el pago de las coimas que percibía. Dados los montos semanales que recaudaron el tuerto finado y su viuda – en el caso de Roberto Baratta, sólo uno de los muchos “cobradores”, llegaban a los € 300.000 semanales – puede suponerse el monumental volumen físico que llegaron a acumularse en bóvedas acorazadas de la ciudad de Buenos Aires y del sur argentino.
Pensemos ahora en la desesperación en que debe haber caído Cristina Fernández ante semejante riesgo: ¿qué hacer con tantos euros que se transformarían en inservibles si no se cambiaban por algo más fácil de usar? Entonces, alguien le habría acercado la idea de convertirlos en diamantes que son sólo cristales susceptibles de ser tallados, transportados fácilmente y comercializados sin dejar rastros y además, no ocupan lugar y tampoco hacen sonar las alarmas en los arcos de los aeropuertos.
Según imagino, por supuesto sin pruebas, ordenó a sus secretarios más fieles, todos enriquecidos ilegalmente, embalar en varios containers los “ladrillos” de euros y embarcarlos, sin declarar, en el buque que llevaría nuestros espejitos de colores a Angola, y allí los cambió por las piedras que le permitieron recuperar la tranquilidad espiritual. Los fiscales no tienen ninguna posibilidad, por falta de medios, de seguir esta supuesta pista, pero sí podría hacerlo la asociación internacional de periodistas de investigación, que tantos delitos destapó en el mundo; por ejemplo, los “Panamá Papers”.
Hecho mi modesto aporte a la eventual recuperación de lo robado, corresponde hablar un poquito de la realidad argentina. Me abstendré de meterme en el inmundo lodazal de la AFA porque, como todo el mundo sabe, con lo que ignoro sobre el fútbol se puede hacer toda la enciclopedia. En cambio, manifiesto mi asombro, y mi alborozo, por el crecimiento de las bancadas de La Libertad Avanza en el H° Aguantadero, que ha permitido a ésta – un partido nacional recién constituido – hacerse ya con la primera minoría en la Cámara de Diputados; y lo digo porque esa posición de fuerza, amén de empujar al pero-kirchnerismo al rincón más mugriento del baúl de la historia, le permitirá – y le exigirá – hacer las reformas aún pendientes en lo laboral, impositivo, penal, educacional y sanitaria.
Porque, hasta tanto esa imprescindible legislación sea sancionada, la micro-economía, ese universo en el que todos nos movemos diariamente, no mejorará: no se crearán nuevos puestos de trabajo registrado y bien pagos, no llegarán las indispensables inversiones que se requieren para alcanzar la competitividad de nuestra economía, no podremos acumular reservas y muchas empresas – como ya sucede – continuarán cerrando sus puertas, la educación pública seguirá despeñándose hasta convertir en definitivamente insalvable la creciente brecha tecnológica que nos separa de las grandes potencias, y subsistirá la absurda mortalidad infantil que provoca la reaparición de enfermedades olvidadas hace tiempo.

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