Por Daniel Romero
“Gran dolor y desazón entre sus familiares y amigos. La muerte del Camarista Luis Roberto Rueda causa gran pesar” aseguró hoy el Presidente de la Cámara Federal de Córdoba al tiempo que decretaba tres días del duelo.
Luis Rueda no sólo es una gran pérdida para su esposa, Patricia Messio y para sus Hijos, Agustín y Tomás o amigos, también es una pérdida para nuestra sociedad, su vida fue un ejemplo de rectitud y valores que le permitieron llevar adelante causas complejas, ya sea como fiscal, como juez federal electoral o camarista. Podía acusar y juzgar con absoluta libertad sin que las presiones pudieran modificar su criterio. Su vida ha sido limpia y transparente.
Un ejemplo para una sociedad que flexibiliza sus valores día a día. Nos deja un hombre imprescindible para nuestra Argentina y un ser humano extraordinario.
Así y todo recibió críticas y persecuciones que pudo zanjar enfrentándolas con armas como la verdad, transparencia, honestidad. Rueda fue un hombre y magistrado de fortaleza, tanto moral como intelectual. Luis Rueda hizo honor al cargo de juez. Tenía 69 años.
En su larga trayectoria Rueda se desarrolló tanto en la Justicia Federal como en lo académico siendo profesor en la Universidad Católica y también en la Nacional, en la provincia de Córdoba como en La Rioja. Luis Rueda era consultado por Universidades de diferentes países.
Rueda ingresó a la Justicia como “pinche” en la Justicia provincial en 1975, como escribiente interino en la Cámara Tercera del Crimen, siendo luego secretario y fiscal federal, luego designado juez Federal Electoral 1 con competencia electoral, y más tarde juez de la Cámara Federal de Córdoba, cargo donde lo sorprendió una cruel enfermedad que acabo con su vida.
Rueda, como persona y juez tenía una preocupación especial por los desprotegidos y más débiles. También poseía valentía para emitir fallos modernos que podían movilizar reacciones y opiniones diversas.
Luis Roberto Rueda o simplemente “Gati” para sus seres queridos, era un hombre elegante y se destacaba por su siempre pulcro aspecto personal y a pesar de fumar, utilizaba unas curiosas y simpáticas boquillas, corría varios kilómetros casi a diario y se realizaba chequeos médicos periódicamente, paradójica y lamentablemente, el cáncer supo esconderse arteramente.
De paso por la ciudad de Buenos Aires algunas veces hemos corrimos juntos por Palermo, algo a lo que prácticamente me obligaba, debo reconocer. Afortunadamente, fueron muchas más, las cenas en parrillas o en su casa con largas y sabrosas charlas, vino mediante, donde no dejaba de ilústrame. Su vocación docente siempre presente.
Gati, gracias por tu amistad y aun no sé si agradecete por iniciarme con Así Habló Zaratustra (Aquel que duda significa que al menos está pensando, dijo Borges) igualmente me cayó simpático, el “muñeco” Nietzsche.
Te extrañaré. Nos vemos, profesor.
Daniel