
Actúan Julián Pucheta, Elis García, Karina Barda, Federico Fedele, Victoria Condomi, Pablo Turturiello, Luana Pascual, Lucien Gilabert, Lala Rossi, Julián Rubino, Julieta Rapetta, Renzo Morelli y Camila Ballarini. La banda en vivo está integrada por Franco de Paoli en batería, Paula Solange Morales en bajo y Gabriel Mathus en guitarra. Dialogamos con Caballero y Goldber.
Periodista: ¿Cómo surgió la obra?
Marcelo Caballero: Las ganas de hablar de la ansiedad como leitmotiv nos llevó a explorar y descubrir que es fenómeno de las grandes ciudades. Soy del interior y vine a Buenos Aires a los 21 años con un sueño chiquito, simple y alcanzable. Cuando empecé a formarme y estar rodeado de colegas ese sueño se fue modificando hasta que sufrí ataques de pánico. Corría atrás de sueños ajenos y me había olvidado de lo que quería. La necesidad del éxito es contagiosa, el éxito es una droga potente y adictiva.
Martín Goldber: Nos convocaron dos actores para hablar de un tema de las últimas generaciones. Pensamos los personajes que podían retratar las diferentes situaciones y si bien los artistas lo padecen, también los abogados o contadores pelean por esa zanahoria a la que quieren llegar. Así aparecieron una chica que trabaja en el peaje, una médica que tiene que estar empastillada para no dormirse, una actriz que estudió toda su vida pero no queda en los castings, otra que sí pero no quiere dedicarse a eso. Habla de cómo los deseos de uno se olvidan cuando entramos en una rueda.
P.: ¿Están las adicciones a los ansiolíticos?
M.C.: Hay todo tipo de adicciones, a las pastillas, al cigarrillo pero también a las personas, al trabajo y al esparcimiento. Gran parte de los humanos tenemos alguna adicción que nos hace desconectar de la realidad. Son doce personajes que están todo el tiempo evadiéndose. Y tienen en común la aplicación que los ayuda a seguir adelante. Hay un personaje que es el asistente personal de la aplicación y recuerda cuándo hay que tomar la pastilla.
P.: ¿Cómo es la aplicación que hilvana a los personajes?
M.G.: La app ayuda a cada uno a lograr su objetivo, sea monetario, amoroso o profesional. No permite que escapen de ahí. Lo tienen como un chip y lo escuchan 24 por 7.
M.C.: Los personajes son muy infelices, pero esto es una comedia. Quieren ser parte del sistema y luchan, eso los hace adorables.
P.: ¿Cómo es el paso del off al comercial?
M.G.: Dar este paso a calle Corrientes implica más visibilidad y llegar a otro tipo de público que no va al independiente. Cuando estrenamos no sabíamos qué pasaría y nos empezaron a pedir la obra de Uruguay, México, Perú, Colombia, se hizo en Rosario, Mendoza, Tucumán, nos pidieron los derechos y hacemos una tutoría de la puesta. Se hace igual pero se suma la idiosincrasia de cada lugar, se cambian algunos chistes.
M.C.: El día del estreno nos sentamos aterrados pensando que nadie entendería. Teníamos la sensación de haber escrito algo que salió a borbotones, pero el público fue sintiendo que se le hablaba directamente.