El enclave, antiguo puerto de Koenigsberg, capital de Prusia Oriental, fue capturado a la Alemania nazi por el Ejército Rojo en abril de 1945 y cedido a la Unión Soviética tras la Segunda Guerra Mundial. El territorio, sede de la flota rusa en el mar Báltico, se encuentra entre Polonia y Lituania, países que han apoyado firmemente a Ucrania desde el inicio del conflicto.
Rusia ya había advertido que se “reserva el derecho de actuar” si no se restablece la circulación de mercancías hacia la región, tras exigir a Lituania el levantamiento inmediato de esas restricciones.
Patrushev advirtió ayer que la respuesta rusa tendrá “consecuencias serias y negativas para la población de Lituania”.
En reacción, el jefe de la delegación de la UE en Rusia, Markus Ederer, fue convocado ayer al Ministerio de Relaciones Exteriores en Moscú.
En un comunicado, la diplomacia rusa acusó a la UE de alentar una “escalada” y exigió el restablecimiento inmediato del tránsito hacia Kaliningrado.
Se señaló “la inadmisibilidad de tales acciones, que violan las obligaciones legales y políticas de la UE y conducen a una escalada de tensiones”, subrayó el comunicado.
Denunciando un “bloqueo”, el gobernador de Kaliningrado, Anton Alijanov, estimó que entre el 40% y el 50% de las importaciones del enclave podrían estar sujetas a restricciones, desde el carbón hasta los metales, pasando por los materiales de construcción y los bienes tecnológicos.
Fuente Ambito