
Este diario vio el primer episodio en el que se anticipa de qué trata la serie: el entorno íntimo de María Marta, que arranca con un juego de tenis frustrado por la lluvia, luego su reunión con familia y amigos mientras miraban el superclásico, más tarde un corto viaje en bicicleta por los caminos del country hasta su casa, donde luego de encender la bañera fue asesinada. La historia del crimen se combina con el de las dos bloggeras que, años más tarde, se unieron para investigar y brindar información divergente de la de los medios.
La directora Goggi dijo a este diario: “Uno pone el prejuicio de ´mancharon esa escena´ pero quisimos tomarla como ´acaba de ocurrir una desgracia´, sin valoración, metiéndonos en el drama y esa es la diferencia entre el documental de Netflix y la ficción. El documental, con que dialogamos porque lo vio mucha gente, habla del tiempo que pasó; en cambio la ficción, habla en presente y uno acompaña a los personajes. Asistir a sus emociones y después ver cómo se arma el correlato policial”.
En relación a este paralelismo de fechas entre el inicio del juicio y el debut de la serie, Goggi indicó: “La sentencia que vaya a tener el juicio no desactualiza la serie, que funciona de manera autónoma porque esas personas fueron llamadas a declarar y eso no va a variar. Sería bueno que el juicio concluya algo que en la serie no ocurre, porque ese juicio no tenía conclusión”.
La serie se construye mediante saltos temporales: comienza en 2002, el día del crimen, y va hacia adelante pasando por hitos en la historia, y salta a 2011 cuando las dos bloggeras se unieron para difundir una realidad alternativa a la que se construía en los medios.
El autor, Martín Méndez, indicó: “Había que ser preciso en cómo ir y venir en el tiempo, no de manera caprichosa sino con aporte de novedad en el relato. Incluí a las bloggeras porque permiten llevar al espectador a la intimidad de los vínculos, además de la tragedia judicial y la investigación. En ese relato están las peripecias y una suerte de ‘buddy movie’ que permite respirar de tanta sordidez, oscuridad y dolor”.
Carlos Belloso fue el primero en mencionar el famoso “pituto”. Al respecto contó: “Fue muy difícil esa frase, fue tomar con naturalidad lo que después se levantó como palabras simbólicas. Yo iba a decir ´pituto´ con sorpresa, y la directora recalcaba que esa palabra y las frases que digo luego eran naturales y sólo a futuro tomaron determinada dimensión. De esa escena en la que menciono lo del pituto, y que lo arrojamos por el inodoro, sentí que no trabajamos para la cámara sino que la cámara buscó la actuación en una escena muy teatral, como aquella tragicómica en la que rezan alrededor de la cama con María Marta muerta”.
En esa escena clave los familiares optan por mover el cuerpo, colocarlo en la cama con una almohadita para que apoye su cabeza sin vida, le cortan la ropa y le colocan una medallita. Es ahí cuando también se enteran, sin sorpresa, de que la masajista limpió la sangre de la escena del crimen.
Laura Novoa compone a María Marta y fue de las únicas que habló con allegados a la víctima, con el fin de armarse una idea de personaje: “Cuando se encarna a alguien vivo es una cosa, pero yo tenía y tengo respeto por una situación que todavía no está clara. Necesitaba verla en acción, hablar con gente que la hubiese conocido, para poder tomar determinada energía y componer viva a alguien a quien no conocíamos. Tenemos esa imagen congelada, con prejuicios, de la clásica mujer de country, que viajaba, y quise traerla desde otro lado. Supe que tenía una sensibilidad especial, que trabajaba para Missing Children, que no tuvo hijos, que era metódica. Eso me llenó y me permitió llegar al personaje y pensar de qué manera mostrarla también muerta”.
Sobre su trabajo como Carrascosa, Marrale señaló: “Quise desembarazarme de lo que viví en 2002 y el bombardeo mediático, ajustarme y aprender más de la historia a partir del texto. No creo mucho en la mimesis, en andar copiando o buscando elementos parecidos; si hay algo rico en ese personaje es cierta forma de la inmovilidad, de lo no dicho, de la imposibilidad de conectar con lo real de una manera franca. Es un personaje con mucho secreto más allá de ser cómplice o no. Quería dejar de trabajar, quería viajar por el mundo, y construí eso desde su deseo, hasta la brutalidad de la tragedia. Eso era lo potente para encarar. Descubrí cosas nuevas en la historia que íbamos a contar y no me quedé con ese barullo”.
Muriel Santa Ana reflexionó: “En mi personaje de la bloggera, Belu, se ve la posibilidad de construir una mirada autónoma e independiente de los medios, sin buscar rédito personal. Ella lo hace sola, sin dinero y más tarde veremos cómo se emparenta con su propia historia esta tarea titánica de investigar y sistematizar información. Dentro de un caso tan ambiguo, la ficción echa luz, abre interrogantes, sigue inquietando. Vemos el camino del country, el punto de vista en cada momento, que no es hegemónico sino diverso”.
Respecto de la investigación para escribir el guión, Méndez concluyó: “Hablé con la familia, abogados, fiscales, durante muchas horas. Necesitaba tener ese contacto más allá del acceso a expedientes o artículos o Youtube o tantas horas de TV. Además de la forma de hablar o el diálogo, necesité conversar. Estaba blanqueado con la familia lo que estábamos haciendo y a veces indagué en lugares poco amistosos. Uno escribe desde la duda, desde los prejuicios, y pude salir un poco del relato mediático, que también está trabajado en la serie, así como lo referente a la familia judicial”.