El presidente Alberto Fernández, acompañado de Sergio Massa, llega a la cita con Joe Biden con todos los deberes políticos hechos y buscando ayuda para remediar la absoluta ausencia de reservas de libre disponibilidad en el Banco Central. Carlos Ruckauf, ex canciller analiza esta visita
El Gobierno necesita 10.000 millones de dólares de refuerzo (si el gasoducto se inaugura en tiempo) para no” quemar” los bonos en dólares que ha resuelto vender y no tener que avanzar sobre otras tenencias. Sergio Massa lo ha convencido de detener el exagerado acercamiento con la República Popular China y, más allá de alguna declaración extemporánea, su postura moderada, casi socialdemócrata, coincide con la actual administración demócrata.
Su decisión de buscar la reelección a costa de “terminar con el kirchnerismo” lo presenta con aristas gratas a muchos oídos en la estructura de poder norteamericano. Por otra parte, los anfitriones saben que, la situación internacional es demasiado complicada como para “dejar caer” un país del tamaño de la Argentina.

A los costos de la guerra para defender Ucrania, se ha sumado una crisis financiera de gran magnitud. Una inflación anual cercana al 9% es difícil de digerir y la suba de tasas de la Reserva Federal disminuyó ese guarismo, pero trajo daños colaterales de tal magnitud que no soportan más malas noticias. El FMI perdonará, con la excusa de la sequía, los incumplimientos del acuerdo firmado por Fernández y Guzmán, pero no son de esperarse ayudas suplementarias.
Las calificadoras de riesgo han visto el reciente DNU 163 del 22 de marzo (cuyo mayor impacto mediático se notó en el despojo a Anses) sobre canje de bonos en dólares, como” conversión forzada de moneda que constituye evento de default”. El margen de maniobra del triunvirato gobernante se achica y la posibilidad de una devaluación brusca, ahora o luego del cambio de Gobierno, no debiera descartarse.
El FMI no la exigirá. Nuestro pronóstico es que la delegación argentina volverá de Washington sin malas noticias, pero también sin grandes aportes de dólares frescos. El presidente (y candidato) logrará otra foto para su sueño de unas PASO contra aquellos que lo llevaron al poder. Sergio Massa, seguirá midiendo el momento de enfrentar al inquilino de Olivos. Sabe que sus socios (CFK y AF) no pueden desprenderse de él, carecen de un reemplazante que evite el colapso.
Fuente MDZ