Teherán, 23 de junio de 2025 – Total News Agency-TNA--El régimen de la República Islámica de Irán atraviesa una de las etapas más delicadas de su historia reciente. Mientras aumentan las amenazas directas contra la vida del ayatolá Alí Jamenei y se profundiza la inestabilidad regional tras la ofensiva militar israelí, un comité de clérigos intensifica en secreto la discusión sobre su sucesión. La posibilidad de un colapso del liderazgo religioso y político del país ya no es una hipótesis remota, sino una preocupación central dentro de los círculos de poder iraníes.
Cinco fuentes iraníes con conocimiento directo de las deliberaciones confirmaron que el comité encargado de evaluar al próximo líder supremo —designado por el propio Jamenei hace dos años— ha reactivado sus sesiones con máxima urgencia. Las reuniones son confidenciales y los informes son entregados al propio Jamenei, quien permanece bajo custodia reforzada de la unidad élite Vali-ye Amr de la Guardia Revolucionaria, junto con su círculo familiar más estrecho.
La presión sobre el régimen se agudizó este lunes, cuando las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) llevaron a cabo bombardeos “sin precedentes” sobre Teherán, según declaró el ministro de Defensa israelí, Israel Katz. El ataque se produjo días después de que Estados Unidos lanzara una operación militar contra instalaciones nucleares iraníes. En ese contexto, las autoridades iraníes se enfrentan a la posibilidad concreta de que Jamenei, de 86 años y con antecedentes de salud delicados, no termine su mandato vitalicio.
Mojtaba y Hassan Jomeini: los nombres del recambio
Entre los nombres que dominan la discusión sobre la sucesión se encuentran Mojtaba Jamenei, hijo del actual líder supremo, y Hassan Jomeini, nieto del ayatolá Ruhollah Jomeini, fundador de la República Islámica. Mojtaba, de 56 años, representa la línea dura del régimen y es visto como el heredero natural, aunque jamás ocupó un cargo formal. A pesar de ello, ejerce una influencia directa en la oficina de su padre y fue sancionado por el Tesoro de Estados Unidos en 2019 por actuar como su delegado de facto.
En contraste, Hassan Jomeini, de 53 años, es considerado una figura más conciliadora. Vinculado a la facción reformista y cercano a sectores que abogan por mayores libertades sociales, su perfil podría ser clave para pacificar tensiones internas y reconstruir puentes con Occidente. En las últimas semanas ha ganado protagonismo político y religioso, especialmente tras emitir un mensaje en el que se mostró dispuesto a “servir a Irán en cualquier frente”.
La posible sucesión no está exenta de tensiones. La Asamblea de Expertos —órgano teocrático encargado de designar al líder supremo— está controlada por figuras leales a Jamenei, lo que reduce el margen de maniobra para postulaciones independientes o moderadas. No obstante, fuentes internas reconocen que el contexto bélico, sumado al malestar popular, podría forzar una decisión que equilibre continuidad ideológica con pragmatismo político.
Escalada bélica y debilidad interna
Los ataques israelíes no solo destruyeron infraestructura estratégica, sino que también provocaron la muerte de varios comandantes de alto rango de la Guardia Revolucionaria, debilitando aún más la columna vertebral del régimen. La muerte en septiembre del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah —uno de los principales aliados de Jamenei en la región— fue otro golpe simbólico y operativo para Teherán.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha adoptado una postura ambigua. Si bien vetó un plan israelí para asesinar a Jamenei al inicio del conflicto, recientemente afirmó en redes sociales: “Sabemos exactamente dónde se esconde el llamado ‘Líder Supremo’”. Aunque la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, aseguró que Washington no busca un cambio de régimen en Irán, las declaraciones posteriores de Trump sugirieron que esa opción no está descartada si el liderazgo iraní no modifica su rumbo.
Riesgo de vacío de poder
La historia demuestra que la sucesión del liderazgo supremo en Irán no responde necesariamente a rangos clericales ni a legitimidad formal. Así ocurrió en 1989, cuando Alí Jamenei fue elegido pese a ser un clérigo de rango intermedio. Su consolidación se apoyó en el poder militar de la Guardia Revolucionaria, alianza que le permitió ejercer el control del país durante más de tres décadas.
Sin embargo, las fuentes consultadas advierten que el contexto actual es profundamente diferente. La guerra en curso, la presión internacional y las divisiones internas dentro del establishment teocrático podrían obstaculizar la emergencia de un liderazgo fuerte y consensuado. La posibilidad de que se elija una figura de bajo perfil —controlada directamente por la Guardia Revolucionaria— no está descartada, aunque sería vista por amplios sectores como una señal de debilidad.
Conclusión: sucesión en tiempo de guerra
La República Islámica de Irán se enfrenta a un momento crítico. Las amenazas directas contra su líder supremo, los ataques militares sin precedentes y las divisiones entre clérigos conservadores y reformistas configuran un panorama de máxima inestabilidad. La sucesión de Jamenei ya no es solo una cuestión teológica o política: es una necesidad estratégica urgente para asegurar la continuidad del régimen frente a una posible implosión.
En los pasillos del poder en Teherán, la cuenta regresiva ha comenzado. Y el futuro del país podría depender no solo de quién será el próximo ayatolá, sino de cómo será elegido y a qué intereses responderá.