La Argentina más oscura emerge para herir cualquier victoria. De la foto del jugador con Macri en París al atentado con mensaje mafioso en Rosario.
Esa balacera a la familia Roccuzzo-Messi y ese cartón admonitorio: “Messi, te estamos esperando”, puso a Rosario en las páginas del mundo y de mala manera desde luego. La jugada, llenó de suspicacias a todos y fertiliza las tesis más diversas, conspirativas e incomprobables, aunque todo es posible. No sólo ahondó la ya clásica prescindencia presidencial de lo concreto y potenció aún más un tartamudeo irresoluto.
La vicepresidenta de explícita fe maradoneana, ¿quizás? inspiró en sus devotos este estallido de críticas contra Messi tras su foto junto a los otros ídolos con Macri.
No hay manera de escapar de las trifulcas argentinas, ni siquiera venciendo al mundo.
Aquí hay un dominó anti messista kirchnerista y luego esto azuzó la imaginación colectiva en un contexto en el que se cruza el Maradona totémico contra el Messi que esquiva a Wado de Pedro pero no la foto con Macri.
Con los barras rosarinos en buena medida infiltrados por la política rentada y por la narcopolítica también, toda hipótesis es verosímil. Aunque poco se pueda comprobar.
El largo brazo de la Argentina ensombreció las luces que encendió Messi y ese deseo colectivo de ganar. Porque Messi ganó y ganó todo.
Pero la Argentina más oscura emerge para herir cualquier victoria, con esa eficiencia para concretar derrotas, y más que derrotas, para ungir sombras, donde brilla el juego y la vida misma.
“Messi, te estamos esperando”, enuncia ese cartón mugriento en el que el mal tomó la palabra, inscribió su amenaza, para probar que no se ha rendido ni ante los cinco millones que salieron en diciembre a gritar y a desahogarse por la victoria.El mensaje a Messi que dejaron las personas que balearon de 14 tiros el supermercado de la familia de su esposa.
¿Ahora nos volvimos a ilusionar? ¿O Ahora nos volvimos a desilusionar?
Besamos la Copa, y los delincuentes besan a la copa, el beso arácnido de la narco “cultura” que consiste en matar y nada más.
Los abrazos a Messi tras sus genialidades deportivas se trastocaron ahora en el intento de abrazo de la telaraña de la tragedia que avanza, o que pugna por avanzar, en todo caso, por expandirse hasta que todo se convierta en una obstinación de lo peor por imperar, por romper, por asesinar.
La droga y la muerte se emparentaron hace milenios, y todo conduce al movimiento de los “assassins” en el siglo XI, en Irán. Un grupo de musulmanes chies adictos al Hachís, luchaban en minoría contra sunies y contra cruzados por igual, en esa guerra asimétrica que después se llamó “terrorismo”. Eran los Hassasin o hashshashin, los fumadores de hachís.
Más allá de sus razones o de sus sinrazones aquellos guerreros, según la leyenda, aunque con fundamento en la realidad, veían en las matanzas su única posibilidad de emergencia.
Los asesinos contemporáneos de Rosario, los sicarios, tienen un antecedente aún más lejano que los “assassins”. Los Zelotes, una secta judía que luchaba contra los romanos invasores portaban un arma cortante y muy útil para degollar que se denominaba Sica, eran los Sicarii para los romanos, y de ahí viene “sicarios”. Así lo cuenta el historiador romano Flavio Josefo.
“Nada funciona aquí. Ni la ley del talión ni la ley de Cristo” escribió Fernando Vallejos en “La Virgen de los Sicarios”.
Eso parece aquí también y en Rosario muy específicamente. Nadie sabe muy bien qué hacer. Poner la otra mejilla no parece tampoco el mejor camino.
Sin embargo, deberían saber qué hacer. O dejan hacer a los narcos por negligencia e ineficiencia raigal, o los dejan hacer por complicidad y por crueldad convivencial.
Todos los días hay balaceras y sicarios en Rosario y no solo allí. Hay soldaditos, niños que caen atravesados por el veneno de la droga y por el negocio de la droga, a sangre fría siempre.Los orificios de bala que impactaron las ventanas del supermercado Único, propiedad de la familia de Antonela Rocuzzo en Rosario. Foto AP
En la ciudad del héroe lúdico y cordial, se agitan las aguas de la guerra entre cuarteles y de la pasividad del Estado.
Surgen miles de preguntas: ¿Quién se beneficia con el narcotráfico al margen de los jefes de los carteles que se cruzan a diario balazos y homicidios? ¿Que tiene que ver el narco con el financiamiento de la política, de las campañas políticas en particular?
¿Quiénes son los socios de los narcos?
Hay dos mundos: uno carcelario abiertamente, y otro con voluntad de poder a toda costa que transitando el mundo con pasos histriónicamente angelicales se beneficia en verdad de muy tóxicos negocios.
“Messi, te estamos esperando”. ¿Qué esperan? ¿Le quieren cobrar qué peaje?
El término “esperar” tiene diversas interpretaciones posibles. Se espera con esperanza, asumiendo que lo que viene puede ser mejor, o se espera para tronchar toda esperanza, se espera también para arruinar la vida de aquel a quien se espera.
El peaje a Messi y a su familia ya se lo cobraron en rigor. El país interpone sus malestares y peligros frente a cualquier campeón.
Dar la vuelta olímpica en la Argentina es imperdonable para muchos.
Pero no para la mayoría. O eso queremos creer.
Fuente Clarin