Por Pedro Gómez Martín-Romo
El hombre siempre estará en lucha contra la máquina. Cuando el coste de la mano de obra sea superior al de la máquina, el empresario se verá obligado a introducir la maquinaria para reducir costes, aumentar la producción y su calidad. La inversión provocará el despido de algunos trabajadores, pero los precios bajarán y a medio plazo observaremos un aumento del consumo y del nivel de vida, con nuevos y más puestos de trabajos, etc. Con los obvios sufrimientos del corto plazo para el trabajador y algún empresario que no se adecúa al mercado, a largo plazo la tecnología siempre crea más empleo y calidad de vida. La compensación social es constatable por el aumentó el nivel de vida en todos los países durante los últimos siglos.
Pero esa compensación funcionaba cuando el dinero era depósito de valor. Con el Patrón Oro, al existir una cantidad limitada de dinero disponible global, ahorrar era interesante, y el banco estudiaba detenidamente la mejor propuesta de inversión. De diez solicitudes de crédito financiaba una porque no había dinero para más, la evolución económico-social era pausada y existía un ciclo de maduración natural. De 1815, fin guerras napoleónicas, a 1914 el hombre vivió la época más duradera, próspera y pacífica. Hoy, como el Patrón Fiduciario no tiene depósito de valor, como el límite de emisión esta referenciado fundamentalmente al IPC, el dinero abunda en demasía. Esto provoca la caída del tipo de interés y que el banco financie casi todo. Es más hasta hace relativamente poco tiempo, Noviembre de 2019, el BCE penalizaba a los bancos por tener dinero parado en sus arcas. Al financiarse casi todo proyecto de I+D+I aceleramos el ciclo tecnológico y la compensación social no se produce. Hoy fabricar tecnología es muy barato y los trabajadores caros, generándose paro forzoso. Y hablo de paro forzoso, porque cuando los trabajadores tratan de adaptarse al nivel tecnológico exigido por el mercado, la tecnología vuelve a saltar y a ser más exigente. Y a nivel de usuario nos pasa un tanto de lo mismo, cuando somos capaces de sacar partido a lo que era “lo último” en redes sociales, móviles, etc., la dinámica actual del mercado cuasi nos obliga a cambiar tecnología.
El mercado es como el cuerpo, necesita energía monetaria proporcional a su actividad. Mucho dinero o mucha comida atrofia al cuerpo y al mercado, y al contrario, poca no le permite realizar determinado tipo de actividades. Tenemos que ser conscientes que, cuando imprimimos dinero por encima de las necesidades del mercado generamos paro forzoso. Por eso es alarmante ver más de 3 billones de dólares parados en la Reserva Federal. Y estas cifras son similares en la UE.
Uno de los grandes errores del sistema monetario actual es tomar como referencia el IPC y los agregados monetarios como herramientas de referencia para la emisión monetaria. El propio tipo de interés nos facilita un dato valioso, el consumo o agregado de intereses generado durante el periodo precedente. Ese dato es equivalente al consumo agregado de tomates. Si nos limitásemos a emitir esa cantidad de dinero el tipo de interés será el natural o Wicksell. Si no queremos llegar al colapso, la única salida que tenemos es activar el Principio de Crecimiento Progresivo de la Masa Monetaria, es decir emitir dinero en base al consumo previo de intereses.
Tiene que ser el mercado el que nos indique el nivel de dinero necesario. El tipo de interés da un golpe de estado y derroca a los fracasados coordinadores monetarios actuales (IPC, agregados, endeudamiento, etc.) para coronarse director exclusivo de la orquesta monetaria. La situación actual es difícil y delicada, pero tenemos una solución.
Pedro Gómez Martín-Romo
Resumen de la Teoría Monetaria del libro La Riqueza de las Naciones en el s.XXI
Madrid 4/11/2021