Invitado a una exposición en Ciencias Económicas de la UBA, Daniel Herrero miró desde su cuadradito del Zoom a los alumnos y les dijo: “No se vayan del país. Mi mensaje es sí, se puede”. Herrero preside Toyota desde 2010 y lleva 22 años en la líder japonesa. Asegura que van a expandirse a las 145 mil unidades de la Hilux y a los 6.700 empleados, mientras fortalecen su hub de proveedores en Zárate. Los ingenieros argentinos desarrollaron varios diseños para Toyota en el mundo, además de la actual plataforma y los call centers en los que se sostiene la división movilidad de la compañía, que es la Toyota del futuro.
Herrero, cuyo lema es ceder para poder crecer, contó que para que Japón destinase US$ 1.000 millones en Argentina, decidió viajar a la planta de Nagoya junto al líder del Smata, Ricardo Pignanelli.
“ Quién se va a hacer responsable de esta inversión”, quiso saber el CEO global de la automotriz. En ese momento, Pignanelli afirmó: “Todos juntos”. Y esa respuesta inclinó la decisión. Después hubo que poner en práctica y lograr lo que ellos llaman una cultura híbrida entre el rigor japonés y la creatividad argentina. Una de las herramientas es la comunicación que les permitió, por ejemplo, reducir el ausentismo al 2% en una fábrica cuyo plantel promedia 25 años.
Toyota asoma como una excepción en esta montaña rusa a la que nos tiene acostumbrados la economía. En menos de un año, la industria pasó del dólar a casi $ 200 en agosto de 2020 a un ciclo de calma y luego euforia entre octubre y febrero de este año con la construcción, autos y electrodomésticos con demandas impensadas, mientras otros sectores seguían en la ruina como los ligados al turismo y a la gastronomía. Las internas en el gobierno y la segunda ola del Covid aflojaron la actividad.
Un estudio de Jorge Vasconcelos y Guadalupe González (IERAL) advierte que la recaudación de impuestos, luego de crecer en términos reales respecto a 2019, cayó 7,7% en mayo respecto a mayo de 2019. “El freno anticipa que la demanda ya no puede convalidar un ritmo de inflación mensual del 4%”, concluye.
“Hay una sensación de desánimo en un mundo que se pelea por inversiones que generen fuentes de trabajo. En Argentina no se dan ni los incentivos ni los mensajes correctos”, deslizó un CEO de una multi de EE.UU. Y contó que para su corporación, hemos dejado de ser un lugar para hacer negocios. “Los problemas para importar y para disponer lo que se genera en términos de divisas, influyen en esa percepción”, explicó.
Mina de litio en Catamarca
Hay, sin embargo, sectores que atraen. Un caso es la economía de conocimiento y toda el área de biotecnología y ciencias de la vida con laboratorios de punta con todo para seguir hacia delante. El litio es un nuevo imán y el profesor Andrés López menciona la industria del cannabis recién aprobada por el Congreso como oportunidad para generar unos US$ 450 millones al año en sus usos como cremas, aceites y textiles. Pese, a que Argentina no tiene las mejores tierras para un cultivo tropical, aunque sus plantaciones en invernadero dan muy buenos resultados.
Para un fino analista, los próximos tres meses son clave en función de si vuelven las restricciones, si se llega a un acuerdo con la deuda y se calma la interna en el Gobierno. Todo, en el contexto electoral.
El experto Bernardo Kosacoff observa una asimetría entre el relato y la realidad. “La industria ganó en términos de relato. El gobierno anterior la destrató y en éste se le habla como parte de un proyecto de desarrollo, se dice protegerla pero en los hechos hay políticas que conspiran con una actividad, que no crea empleo genuino desde 2011, su tasa de inversión no alcanza ni para reponer el capital y la innovación es casi nula.
Fuente Clarin