Por Sergio Crivelli
La verdadera grieta no divide al peronismo y la oposición. La verdadera grieta divide a la oposición en dos facciones: la de los que quieren poner fin al “modelo” de los últimos 75 años y la de los que quieren continuarlo con apenas algunos retoques en el discurso.
En esta última facción militan Gerardo Morales y Horacio Rodríguez Larreta, que la semana pasada hicieron pública esa coincidencia divulgando una foto en la que se los vio sonrientes y relajados. Su estrategia consiste en no confrontar con el gobierno, colaborar con Alberto Fernández ante la crisis que lo está arrinconando e ir a las presidenciales de 2023 en una amplia alianza que incluya peronistas multipropósito, al estilo de Sergio Massa.
La justificación de esa conducta ha sido hecha en público por Rodríguez Larreta. El jefe de gobierno porteño asegura que sin el más amplio sustento de las burocracias partidarias ninguna transformación es posible.
Esa teoría es insostenible. Por un lado supone que son imprescindibles para salir de la actual postración los mismos que condujeron al país a la actual postración. Pedir a la corporación política que abandone el “modelo” que la convirtió en un grupo privilegiado es pedirle que abandone esos privilegios; que Cambie el Caribe por las Termas. Lo mismo es aplicable a las otras corporaciones: empresaria, sindical, de medios, Iglesia, etcétera. No por azar el populismo ha sido el modelo hegemónico durante las últimas casi ocho décadas.
Por otro lado también la Historia refuta a Rodríguez Larreta. En 1973 Perón ganó por el 60% de los votos y obtuvo la suma del poder público. ¿Qué hizo? Continuó con el viejo modelo del 45 que terminó en el desastre hiperinflacionario del “Rodrigazo”. Ya entonces, el deterioro provocado por el estatismo, el dirigismo, etcétera, era tanto que las crisis se habían vuelto cíclicas e inevitables.
Por su parte la facción opositora antipopulista está encabezada por Mauricio Macri y Patricia Bullrich. El primero habla poco, a pesar de sufrir ataques directos. Morales lo declaró “responsable” de la deuda pública repitiendo el relato kirchnerista y sugirió que apuesta a una catástrofe. Dijo que algunos miembros de Juntos por el Cambio creen que “cuanto peor, mejor”. En esta última opinión coincidió de manera textual con el ministro Eduardo de Pedro que el fin de semana declaró a “La Capital” de Mar del Plata: “Un sector de la oposición está haciendo lobby en contra de un acuerdo con el FMI”.
En resumen, lo que sospechan De Pedro, Morales y Rodríguez Larreta es que quienes quieren terminar con el “modelo” económico peronista esperan que otra crisis de la magnitud de la de 2001 lo arrase definitivamente. Que la mayoría que lo votó desde 1946 admita de una vez por todas su inviabilidad. Por eso deja que la realidad se encargue de destruirlo y cierra la boca. Por eso para los que apuestan al populismo no alcanza con apoyar a Fernández; hay que denunciar a los “halcones” con los mismos argumentos K y exhibir que al jefe de la UCR lo respalda el segundo dirigente más poderoso del PRO.