Por Victoria Dittmar y Paulina Ríos
Cuando Mario* se enteró de la noticia a mediados de mayo de 2023, suspendió de inmediato sus operaciones.
Tras cinco años de auge del tráfico de fentanilo desde el estado noroccidental de Sinaloa, “los señores”, como él se refiere a la facción de los Chapitos del Cartel de Sinaloa, habían dado una orden tajante: cesar por completo la producción en el estado.
Sinaloa había sido el epicentro en México de la producción ilícita de fentanilo, el opioide sintético ligado a cientos de miles de sobredosis en Norteamérica durante la última década. Según las autoridades de Estados Unidos, los Chapitos – hijos del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán – son unos de los principales responsables de esta epidemia.
“Nos dijeron: ‘quemen todo, se cerró el negocio’”, relató Mario a InSight Crime en un restaurante de mariscos en Culiacán, la capital del estado, en septiembre de 2023. Desde ese entonces, no había trabajado.
*Este artículo forma parte de una investigación de tres años sobre el flujo de precursores químicos para la producción de metanfetamina y fentanilo en México. Lea los otros artículos de la investigación aquí y el informe completo aquí.
Mario era como la mayoría de los productores de fentanilo que InSight Crime conoció durante los últimos dos años. Se consideraba “100% independiente” de cualquier organización criminal. Aunque operó en el territorio de influencia de los Chapitos durante años, no dependía de ellos para sus actividades ni les rendía cuentas. Él mismo se encargaba de conseguir los insumos, realizar los procesos químicos, contratar seguridad y encontrar clientes. Según sus cálculos, había al menos una docena de productores como él en Culiacán.
Sin embargo, su independencia tenía límites. Frente a una orden de los Chapitos, la única opción era obedecer; desafiarlos significaba la muerte.
“Todos tuvimos que parar”, afirmó Mario. Otros siete productores entrevistados por InSight Crime en Culiacán entre septiembre de 2023 y agosto de 2024 aseguraron lo mismo.
Aunque las razones detrás de la prohibición no fueron del todo claras para los productores, varios coincidieron en que esta llegó en un momento en el que el mercado del fentanilo atravesaba una crisis. Los precios se habían desplomado, las autoridades hacían cada vez más presión para interrumpir la cadena de suministro y China – la principal fuente de los precursores químicos – había aumentado las restricciones sobre algunas de las principales sustancias utilizadas en la elaboración de la droga.
Para productores como Mario, abandonar el negocio parecía la decisión más sensata.
“Ahorita, no vale la pena hacerlo. Está muy complicada la cosa”, aseguró otro productor entrevistado en marzo de 2024.
A pesar del reciente aumento en las incautaciones en México, los datos oficiales sugerían que el suministro se desaceleró tras la prohibición. Por ejemplo, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (Customs and Border Protection, CBP) incautó 21.889 libras de fentanilo durante el año fiscal 2024 (aproximadamente 9.928 kilogramos), lo que representa una disminución en comparación con las 27.023 libras (12.257 kilogramos) del año fiscal 2023. Mientras tanto, el ejército mexicano reportó el decomiso de 1.500 kilogramos de polvo y 11,6 millones de pastillas en 2023. Hasta julio de 2024, solo habían asegurado 160 kilogramos y 1,3 millones de pastillas.
Y, por primera vez en más de una década, las muertes por sobredosis de fentanilo en Estados Unidos disminuyeron, registrando una caída de aproximadamente el 17% en 2024 en comparación con el año anterior.
Para algunos, esto tenía que ver principalmente con esfuerzos de prevención y reducción del daño. Para otros, como la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (Drug Enforcement Administration, DEA), era el resultado de las operaciones destinadas a desmantelar carteles.
“Los carteles han reducido la cantidad de fentanilo en las pastillas debido a la presión que estamos poniendo sobre ellos”, dijo Anne Milgram, extitular de la DEA, en un comunicado de noviembre de 2024.
Sin embargo, los hallazgos de nuestra investigación añaden más complejidad al cambio. Tras tres años de rastrear la cadena de suministro de drogas sintéticas en México —incluyendo trabajo de campo en Sinaloa, Baja California, Sonora, Chihuahua, Jalisco, Colima y Michoacán, además de entrevistas con cerca de una docena de productores y otros actores clave en México y China— encontramos que, aunque el flujo de fentanilo pudo haberse ralentizado temporalmente y productores como Mario se vieron obligados a parar, es poco probable que el mercado esté en declive.
Por el contrario, parece estar madurando. Los productores de fentanilo están adaptándose a los desafíos, en línea con la tendencia global de constante evolución en los mercados de drogas sintéticas.
A continuación, explicamos cuatro formas en las que los productores de fentanilo se han adaptado a estos nuevos retos.
Centralizar el control sobre la producción en Sinaloa
La primera estrategia viene de los Chapitos y otras facciones del Cartel de Sinaloa. Si bien su prohibición no detuvo por completo la producción en el estado, elevó de manera considerable las barreras de entrada.
Antes de la prohibición, varios productores independientes entrevistados por InSight Crime en Culiacán describieron el montaje de una operación de producción de fentanilo como un proceso relativamente sencillo.
En primer lugar, los precursores químicos y otros materiales necesarios estaban a su alcance. En Culiacán, por ejemplo, operan redes de intermediarios dedicados a conectar a productores con vendedores de estas sustancias en China y otros países. Otras redes también se dedican al acopio y la distribución de estos productos en la ciudad.
“Aquí en cada esquina se consiguen las sustancias”, dijo Mario.
En segundo lugar, aprender a producir fentanilo solo requería tener acceso a una receta y no eran necesarios conocimientos avanzados en química. Estas recetas podían ser compradas directamente a los proveedores en China o enseñadas por expertos en química. Posteriormente, el conocimiento se difundía entre varias células de producción. Mario, por ejemplo, aprendió a cocinar fentanilo mientras trabajaba de ayudante en otro laboratorio, antes de establecer su propia operación. Otro productor independiente que entrevistamos comentó que pagó por un “curso exprés” impartido por un químico extranjero en Culiacán.
La inversión inicial también era manejable. Los productores independientes referían haber gastado alrededor de US$60.000 para montar sus laboratorios. Dos de ellos incluso aseguraron recibir financiamiento por parte de “inversionistas” criminales.
Estas bajas barreras de entrada permitieron que la producción de fentanilo prosperara en Culiacán, según las fuentes. Además, nunca faltaron los “compradores” – un término comúnmente utilizado para referirse a las grandes organizaciones criminales que operan a lo largo de la frontera y se encargan de transportar el producto terminado.
En ciertos aspectos, el modelo fue víctima de su propio éxito. La feroz competencia entre productores hizo que los precios cayeran casi a la mitad. Varios productores afirmaron que el precio al por mayor de un kilogramo de fentanilo puro bajó de aproximadamente US$7.000 en México y US$15.000 en la frontera en 2022, a unos US$3.000 y US$7.000, respectivamente, en 2023.
También hubo variaciones considerables en la pureza de los productos finales. En 2022, por ejemplo, los decomisos de fentanilo analizados por la DEA tenían niveles de pureza que variaban entre 0,07% y 81,5%. Estas inconsistencias implicaban que los consumidores nunca pudieran predecir qué dosis podría ser letal, lo que contribuyó a las tasas de sobredosis sin precedentes en Estados Unidos. Inevitablemente, esto incrementó el escrutinio por parte de las autoridades a lo largo de la cadena de suministro, lo cual terminó siendo perjudicial para el negocio.
En ese sentido, la prohibición de los Chapitos cambió las reglas del juego. Para seguir operando, los productores en Sinaloa no solo necesitaban tener acceso a los materiales y el conocimiento, sino también el permiso de este grupo y de las otras facciones del Cartel de Sinaloa. Estas incluyen a la Mayiza, la facción dirigida por Ismael “Mayito Flaco” Zambada Sicairos y el grupo de Aureliano “El Guano” Guzmán, el hermano de El Chapo.
Además, los productores debían destinar mayores recursos humanos y financieros para operar de manera clandestina, algo de lo que pocos eran capaces.
“Antes cualquiera podía agarrar la fórmula … Pero ahora hay órdenes y no cualquiera se avienta al ruedo”, dijo un productor de fentanilo actualmente recluido en el Penal de Aguaruto, a las afueras de Culiacán, en una llamada telefónica con InSight Crime en agosto de 2024.
Obtener el permiso de las facciones del Cartel de Sinaloa no es un proceso sencillo y se basa principalmente en relaciones de confianza, según diversos actores involucrados en el tráfico de drogas entrevistados en Culiacán.
Una persona que ha trabajado en la producción de metanfetamina y fentanilo, y que asegura ser cercana a la Mayiza, explicó que esta confianza se logra al tener familiares u otras conexiones personales dentro de la organización, quienes puedan actuar como referencia o garantía. Los productores también deben demostrar que pueden mantener un perfil bajo.
Aun así, construir esa relación puede tomar años.
“Conseguir los ingredientes es sencillo. El permiso es lo más difícil de todo”, comentó el traficante desde su casa en una comunidad rural, a una hora del centro de Culiacán.
No queda claro cuántos productores cuentan actualmente con el permiso para producir fentanilo en Culiacán, pero las fuentes concordaron en que posiblemente era un grupo reducido que mantiene sus operaciones en zonas remotas, como la serranía de Sinaloa.
“Es un grupo muy selecto. Se están cuidando más”, dijo un coordinador de varios laboratorios de drogas sintéticas, quien asegura haber trabajado para varias facciones del Cartel de Sinaloa.
Los efectos de este mayor control sobre la producción de fentanilo podrían estar comenzando a evidenciarse.
Por ejemplo, en nuestro trabajo de campo encontramos que con cada visita a Culiacán era más difícil acceder a fuentes con conocimiento del tráfico de fentanilo. Incluso individuos a los que habíamos entrevistado en diversas ocasiones, como el coordinador de laboratorios, incrementaron sus medidas de seguridad, accedían a reunirse durante menos tiempo u optaron por llamadas telefónicas a través de intermediarios de confianza.
Por otro lado, el que la producción ahora se concentre en menos manos parece haber afectado el precio del fentanilo en Sinaloa. En agosto de 2024, el coordinador de laboratorios y otro productor de fentanilo reportaron que el precio por un kilogramo de fentanilo en Culiacán había pasado de US$3.000 a US$6.000.
Los niveles de pureza también podrían estarse estandarizando. Según los análisis más recientes de la DEA, cinco de cada diez pastillas tuvieron una dosis letal en 2024, comparado con siete de cada diez en 2023. Si bien esto no se puede atribuir directamente a la prohibición de los Chapitos, sugiere una mayor consistencia en los métodos de producción.
No queda claro si las autoridades mexicanas también observan estas dinámicas. InSight Crime envió varias solicitudes de entrevista a la Secretaría de Defensa (SEDENA), la Guardia Nacional, la Secretaría de Marina (SEMAR) y la Fiscalía General de la República (FGR) para hablar sobre sus perspectivas respecto a la evolución del tráfico de fentanilo en el país. Para algunas no obtuvimos respuesta y las otras fueron rechazadas.
En declaraciones públicas, el gobierno continúa manteniendo una postura de negación frente a la producción de fentanilo, la cual ha predominado desde la administración de Andrés Manuel López Obrador. A pesar de los numerosos reportajes en medios, incluyendo el propio trabajo de InSight Crime, que han ilustrado la producción local, en febrero y julio de 2024, comandantes de la SEDENA sostuvieron ante medios locales que no habían identificado laboratorios para la elaboración de este opioide en Sinaloa.
No obstante, funcionarios de seguridad estatales en Baja California – quienes pidieron no ser mencionados al no estar autorizados a hablar del tema – y Jesús Moctezuma Sánchez, coordinador de la policía municipal de Ciudad Juárez, Chihuahua, afirmaron que seguían rastreando la mayor parte del fentanilo que decomisaban en la frontera a redes criminales a Sinaloa.
Las estadísticas de decomisos de las autoridades federales coinciden con esta perspectiva.
Aunque no hay cifras oficiales sobre el desmantelamiento de laboratorios de fentanilo, la FGR continuó reportando incautaciones de precursores de fentanilo en Culiacán y alrededores después de la prohibición de los Chapitos en mayo de 2023.
Por ejemplo, a finales de noviembre de 2023, se decomisaron 64,8 kilogramos de 1-BOC-4-Piperidona, 1-BOC-4-AP y N-Fenil-4-piperidinamina – preprecursores clave para la elaboración de fentanilo – en un autobús de pasajeros en ruta a Culiacán. Un mes después, las autoridades interceptaron un cargamento de 7 kilogramos de 4-anilino-n-fenetilpiperidina (ANPP), el principal precursor de fentanilo, sobre la carretera que conecta a Culiacán con el municipio de Ahome, ubicado hacia el norte.
Además, de junio de 2023 a julio de 2024, las autoridades desmantelaron nueve centros de elaboración de pastillas de fentanilo en Culiacán. La SEDENA y Guardia Nacional reportaron confiscar al menos 525 kilogramos de fentanilo y 5,4 millones de pastillas en la ciudad durante el mismo periodo.
Y en diciembre de 2024, la tendencia alcanzó un nuevo máximo con la incautación de 20 millones de pastillas en los municipios vecinos de Ahome y Guasave, lo que representó el mayor decomiso de fentanilo en la historia de México. Durante la operación fue arrestado Adrián Cebreros Pereyra, presunto cocinero de fentanilo vinculado a una facción del Cartel de Sinaloa.
Migrar la producción
Con la imposibilidad de continuar con las operaciones en Sinaloa, algunos productores independientes presuntamente aceptaron propuestas de grupos criminales para trabajar en otro lado.
Al menos siete personas que desempeñan diversas funciones en el negocio del fentanilo en Sinaloa concordaron que estas propuestas venían principalmente de grupos que operan en los estados de Sonora y Baja California, ubicados en la frontera con Estados Unidos.
Estos grupos están vinculados mayoritariamente con el Cartel de Sinaloa, pero son semi-independientes y constantemente entran en conflicto entre ellos. Por ejemplo, en la zona limítrofe entre Baja California y Sonora, conocida como el Valle de Mexicali, una facción asociada a la Mayiza llamada los Rusos ha estado en conflicto con grupos leales a los Chapitos, lo cual ha dado como resultado diversos asesinatos, así como amenazas a las autoridades locales.
Las ofertas para trasladarse y trabajar con estos grupos eran económicamente atractivas. Un productor independiente entrevistado en Culiacán aseguró que le ofrecían un salario en Mexicali de alrededor de US$1.200 por cada kilogramo producido. Antes de la prohibición, esa misma cantidad era la que debía de repartir entre seis socios. Según él, la mayoría de los productores que conocía habían aceptado estas ofertas.
En algunos sentidos, migrar la producción al norte no cambiaba de manera significativa la dificultad para operar. Por ejemplo, conseguir los precursores químicos y otros insumos podía hacerse mediante los mismos contactos con proveedores chinos. Los grupos criminales también podían prestar su infraestructura para facilitar el trasiego de las sustancias o encargarse de proveer estos materiales directamente a los productores, según un cocinero de fentanilo ubicado en Mexicali.
Además, producir fentanilo más cercano a la frontera era estratégico, ya que reducía los costos involucrados en el transporte desde Sinaloa para estas facciones criminales.
Sin embargo, operar en territorios altamente volátiles y con constantes disputas entre grupos criminales, implicaba renunciar a la independencia. Los productores consultados aseguran que migrar significaba “aliarse” a uno de estos grupos.
Esta alianza implicaba solo poder vender a compradores autorizados, cumplir con cuotas de producción e invertir mayores recursos en seguridad para protegerse de grupos rivales – algo que no tenían que hacer en Culiacán previo a la prohibición. Además, debían atenerse a órdenes estrictas para mantener un perfil bajo.
“Solo sigo órdenes. No puedo andar de preguntón”, dijo un cocinero que entrevistamos en Tijuana.
Asumir estos riesgos era un mal necesario para algunos productores, sobre todo para aquellos con poca experiencia en otros mercados de drogas que proliferan en Culiacán.
“Muchos se fueron simplemente porque eso [producir fentanilo] es lo que saben hacer. Se unen a otros bandos para seguir haciendo lo mismo”, dijo el productor, que actualmente cumple una condena en el Penal de Aguaruto.
Pero para otros, incluido Mario, los riesgos no valían la pena y la seguridad era un aspecto clave. A pesar de ser independientes, aseguran que previo a la prohibición en Culiacán habían tenido acceso a las redes de protección establecidas por los Chapitos, y no confiaban en poder obtener lo mismo en territorios desconocidos.
Por lo tanto, decidieron volver a otros negocios, como el de la metanfetamina y la heroína.
“No me voy a ir [de Sinaloa]. No conozco a nadie allá y no sabría con quién estoy lidiando”, dijo el productor independiente al que le habían ofrecido mudarse a Mexicali.
Es difícil estimar cuántos productores tomaron la decisión de migrar. Durante nuestro trabajo de campo en la zona limítrofe en Mexicali, estuvimos en contacto con cuatro personas que se habían trasladado desde Sinaloa para producir fentanilo. Una de ellas nos dijo que sabía de otros tres laboratorios en la zona, además del suyo.
Tampoco queda claro si las autoridades federales mexicanas han identificado estos movimientos. Por lo pronto, las autoridades locales que entrevistamos en Baja California, Chihuahua y Sonora dijeron no tener evidencia de producción de fentanilo en sus estados.
Las cifras oficiales tampoco dan indicios de ello. Además de que no reportan laboratorios de fentanilo, desde 2020 no se han registrado decomisos de precursores de fentanilo en la zona fronteriza, según cifras de la SEDENA y la FGR.
Sin embargo, sí es evidente la proliferación de centros de confección de fentanilo. Estos son espacios donde se prensa la pasta de fentanilo, previamente producida en laboratorios, en tabletas u otras presentaciones.
El coordinador de laboratorios entrevistado en Culiacán aseguró que esta expansión es parte de una estrategia para evitar llamar la atención en Sinaloa. Según su testimonio, algunos productores que continúan trabajando en ese estado con el permiso del Cartel de Sinaloa se estarían limitando a producir la pasta de fentanilo. Ya que esta tiene altas concentraciones del opioide, solo son necesarias cantidades pequeñas. Posteriormente, estarían vendiendo la pasta a células en otros estados, las cuales la diluyen con otras sustancias de corte para producir altos volúmenes de pastillas.
Él aseguró dirigir una red que monta operaciones de producción de pastillas en Sonora y el Estado de México, a partir de pasta de fentanilo que le envían desde Culiacán. Para ingresar a estos territorios, dijo, “siempre se lleva permiso de las facciones del Cartel de Sinaloa”, las cuales habrían negociado previamente con actores locales.
Ha habido algunos casos públicos que dan indicios de esta dinámica. El más ilustrativo ocurrió a finales de octubre de 2024, con el desmantelamiento de un centro de confección de pastillas de fentanilo en San Luis Río Colorado, una ciudad fronteriza en Sonora, a menos de una hora de Mexicali. En el lugar, las autoridades encontraron “diversas sustancias y maquinaria”, incluyendo prensas de pastillas.
En una conferencia de prensa, Francisco Sergio Méndez, delegado regional en Sonora de la FGR, aseguró que la pasta de fentanilo que se procesaba en ese centro de confección era traída de Culiacán.
Según los datos de SEDENA compartidos con InSight Crime, desde 2023 se han encontrado centros similares en Tijuana y Guadalupe y Calvo, Chihuahua.
A pesar de estos cambios en los patrones de producción, así como de los conflictos internos y luchas de poder dentro del Cartel de Sinaloa, no queda claro hasta qué punto otras organizaciones criminales en el país están incursionando en la producción de fentanilo.
Aunque la DEA también ha responsabilizado al Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) por la producción masiva del opioide, la evidencia pública sobre su participación es limitada y sugiere que el grupo principalmente obtiene fentanilo de productores en Sinaloa.
Por ejemplo, los únicos decomisos de precursores químicos de fentanilo en Jalisco registrados por las autoridades federales ocurrieron en 2020, con el aseguramiento de 50 kilogramos de NPP en el municipio de Tlajomulco, según datos obtenidos por InSight Crime. En diciembre de 2024, la FGR reportó destruir ANPP y preprecursores de fentanilo en Jalisco, pero no aclaró dónde se habían decomisado estas sustancias.
Y aunque un reciente documento de sanciones del Departamento del Tesoro de Estados Unidos señaló a una red de tráfico de opioides del CJNG y a un presunto operador del cartel que fue acusado formalmente en ese país, las propias autoridades reconocieron que la red “recibía fentanilo de una pareja radicada en Sinaloa”.
En nuestro trabajo de campo en Guadalajara, Jalisco, en abril de 2024, tuvimos hallazgos similares. Entrevistamos a tres personas involucradas en el negocio de tráfico de drogas del CJNG en la ciudad y todas mencionaron que el fentanilo “viene de Sinaloa”.
En Michoacán, otro estado donde el CJNG tiene presencia junto con una docena de grupos menores, nuestras entrevistas a finales de 2022 revelaron que quienes habían comenzado a traficar fentanilo lo adquirían en Sinaloa. En visitas posteriores al estado, realizadas en 2023 y 2024, no encontramos evidencia de que esta situación hubiera cambiado.
Adaptar los métodos de producción
Los productores de fentanilo en México están atravesando una curva de aprendizaje, impulsada en parte por regulaciones y controles cada vez más estrictos sobre la cadena de suministro de precursores químicos.
Un proceso similar ocurrió en el mercado mexicano de metanfetaminas. A partir de finales de la década de 2000 y principios de 2010, los productores mexicanos pasaron de depender de precursores altamente regulados importados del extranjero a sintetizarlos de manera local a partir de preprecursores menos regulados y otros químicos esenciales.
Aunque el mercado de fentanilo en México aún no ha alcanzado esta etapa, los productores parecen dirigirse en esa dirección.
El cambio regulatorio más reciente ocurrió en agosto de 2024, cuando China impuso controles más estrictos sobre el 1-BOC-4-AP y el 4-AP, dos sustancias ampliamente utilizadas como preprecursores de fentanilo por productores en Sinaloa, según nuestras entrevistas e investigaciones de las autoridades estadounidenses.
Durante nuestro trabajo de campo en Sinaloa ese mes, varias fuentes informaron que el acceso a estas sustancias ya se había vuelto difícil durante el último año, lo que provocó escasez ocasional en la producción.
No es la primera vez que los productores enfrentan este tipo de desafíos. Cuando comenzó la producción de fentanilo en México, los cocineros presuntamente dependían del ANPP y el NPP. Sin embargo, en 2019, China aumentó las restricciones sobre estos químicos, lo que obligó a varios productores a adaptar sus recetas y utilizar preprecursores como 4-Piperidina, 1-BOC-4-piperidona, 4-AP y 1-BOC-4-AP, suministrados también por proveedores chinos.
Ante los controles más recientes, los productores se vieron nuevamente obligados a adaptarse.
Según varios productores entrevistados, el primer ajuste fue mezclar el fentanilo ya producido con otras sustancias para aumentar el volumen. Una de estas es la xilacina, un sedante no opioide utilizado principalmente en medicina veterinaria.
La mezcla presuntamente permitió a los cocineros compensar la escasez temporal de fentanilo mientras seguían fabricando una sustancia con efecto depresor.
Además, obtener xilacina no representaba una gran dificultad. Aunque en México el sedante solo está legalmente disponible para médicos veterinarios o bajo receta, dos fuentes de la industria veterinaria señalaron que el desvío de xilacina ocurre con relativa facilidad. Explicaron que esto se debe a la falta de recursos, la corrupción o la presión ejercida por los grupos criminales sobre funcionarios de salud.
Por ejemplo, el coordinador de laboratorios de drogas sintéticas entrevistado en Culiacán explicó que su célula de producción obtenía xilacina mediante contactos en rodeos en las zonas rurales de Sinaloa. Estos contactos presuntamente justificaban sus compras al afirmar que necesitaban tratar caballos, adquirían cantidades excesivas y vendían el excedente.
También es posible que las redes de producción obtuvieran xilacina del extranjero. En mayo de 2024, una corte del Distrito Central de California acusó a la empresa química china Hubei Aoks Bio-Tech Ltd. y a tres de sus altos directivos por vender precursores de fentanilo y xilacina, que, según las autoridades, eran destinados a la producción de drogas ilícitas.
Según el comunicado de prensa, México era uno de sus mercados más rentables. La empresa “adaptaba sus recomendaciones de precursores … y sugería químicos alternativos si uno no estaba disponible.”
En un caso anterior, en octubre de 2023, las autoridades estadounidenses publicaron una serie de acusaciones en tribunales de Florida contra varias empresas chinas que enviaban sustancias controladas a México y Estados Unidos. Entre ellas, estaba Hanhong Medicine Technology Company, acusada por las autoridades de enviar xilacina y precursores de fentanilo a “un narcotraficante del Cartel de Sinaloa.”
En nuestra propia investigación, encontramos numerosos sitios web abiertos que vendían xilacina y la enviaban al extranjero. Una simple búsqueda en Google de “envío mundial de xilacina” (en inglés) realizada desde México arrojó varios resultados de sitios web en China, India y países europeos.
También encontramos sitios web que específicamente la anunciaban como una droga. Por ejemplo, un sitio chino llamado TG Chemicals, que anteriormente identificamos como proveedor de precursores químicos, describe la xilacina como una sustancia apta para el consumo humano.
“Hace que las personas se sientan somnolientas, reduce la actividad cerebral, relaja los músculos y ralentiza el ritmo cardíaco y la respiración,” decía la descripción del producto, que se vendía por tan solo US$7 por cada 5 mililitros y ofrecía envíos a nivel mundial.
La mezcla de xilacina y fentanilo puede ocurrir en cualquier etapa de la cadena de suministro y probablemente ha estado sucediendo en el mercado estadounidense de fentanilo desde hace varios años, especialmente a nivel minorista.
Por ejemplo, el Sistema Nacional de Laboratorios Forenses de la DEA comenzó a detectar un aumento de xilacina en muestras de fentanilo desde 2019, cuando las redes de tráfico de drogas mexicanas todavía estaban en las etapas iniciales de la producción de fentanilo.
Los fiscales estadounidenses también han detectado ventas directas de xilacina desde China a Estados Unidos. En el caso de 2024 contra Hubei Aoks Bio-Tech Ltd., los investigadores también documentaron la venta ilícita de al menos 2 kilogramos de xilacina por parte de la empresa a Estados Unidos, con envíos que datan de 2016.
No queda claro si los productores mexicanos han sistematizado el uso de xilacina o si solo la emplean como una medida temporal para enfrentar la escasez. Hasta finales de 2024, las autoridades mexicanas no habían reportado incautaciones de xilacina.
Sin embargo, las organizaciones de reducción de daños Prevencasa A.C. y Verter A.C., ubicadas en las ciudades fronterizas de Tijuana y Mexicali, respectivamente, han observado una creciente presencia de xilacina en el mercado local de fentanilo. A través de pruebas regulares de drogas, comenzaron a detectar xilacina en muestras desde octubre de 2023, según nuestras entrevistas con su personal.
Y en un estudio realizado en abril de 2024, junto con investigadores del Instituto Nacional de Psiquiatría de México, estas organizaciones informaron que el 20% de las muestras de fentanilo analizadas en ambas ciudades contenían xilacina.
(Cuando llevamos a cabo entrevistas con el personal de ambas organizaciones en agosto de 2024, señalaron una disminución temporal en las muestras positivas de xilacina. Era muy pronto para determinar si esto indicaba una reducción sostenida o una fluctuación a corto plazo.)
Las iniciativas de prueba de drogas en Estados Unidos también han detectado cada vez más concentraciones altas de bis(2,2,6,6-tetrametil-4-piperidil) sebacato, o BTMPS, en muestras de fentanilo. Este químico de grado industrial, utilizado principalmente en la industria del plástico, se publicita ampliamente en sitios web chinos de productos químicos dirigidos a clientes de habla hispana. Aunque nuestras fuentes en Sinaloa no reportaron familiaridad con la sustancia, expertos en política de drogas citados en medios estadounidenses han señalado su presencia a nivel nacional, lo que sugiere que la mezcla de BTMPS con fentanilo ocurre en la etapa de producción en México.
Mientras tanto, en Culiacán, los productores de fentanilo también habían comenzado a adaptarse a las interrupciones en la cadena de suministro. Durante nuestra visita en agosto de 2024, las fuentes informaron sobre la adopción de un nuevo preprecursor proveniente de China para sustituir a los que recientemente fueron regulados.
“Se está manejando una nueva fórmula que se compra en China junto con los químicos”, dijo uno de ellos.
Todas nuestras fuentes se negaron a proporcionar detalles o nombres específicos, ya sea porque no estaban autorizados a hacerlo o para evitar atraer la atención de las autoridades. Por lo tanto, recurrimos a las empresas químicas chinas que operan en la red abierta y en la dark web para encontrar esta información.
Para ello, contactamos a los proveedores con los que habíamos hablado durante una investigación previa sobre el comercio de precursores químicos desde China en 2023 y principios de 2024.
Encontramos que muchos de los sitios que habíamos identificado previamente – incluyendo TG Chemicals – continuaban operando bajo los mismos nombres y seudónimos. Y aunque otras empresas habían desaparecido, habían aparecido nuevas, se habían fusionado con otras o simplemente habían cambiado su dirección web.
Por ejemplo, MasterMeds, un vendedor de varias sustancias restringidas en la dark web y quien presuntamente estaba radicado en China, escribió: «Puede que seamos nuevos en este mercado, pero tenemos muchos años de experiencia (más de 6) en los Mercados Oscuros. Algunos probablemente hayan hecho negocios con nosotros antes en muchos otros mercados.»
Sin embargo, aunque los vendedores seguían operando, eran menos receptivos a nuestras comunicaciones, más escépticos ante nuestras preguntas o, en algunos casos, eran intencionalmente evasivos.
Mientras que antes nos llegamos a conectar con ellos en cuestión de días, esta vez nos tomó cuatro meses para recibir una respuesta de un vendedor. La empresa, Wanjiang Biotechnology, ya nos había contactado anteriormente, y les preguntamos si seguían vendiendo “222” y “79” – códigos para 1-BOC-4-AP y 1-BOC-4-Piperidona, los químicos que los productores de fentanilo en México dijeron que estaban escaseando después de la implementación de las nuevas regulaciones en China en agosto de 2024.
Respondieron que todavía vendían esos productos, pero también sugirieron alternativas, específicamente CAS 109384-19-2, que se refiere a 1-Boc-4-hidroxipiperidina, y CAS 103-69-9, o (2-Bromoetil) Benceno. La razón, según el vendedor, era que estos productos tenían un mejor precio y mayor calidad, lo que consideraban “una mejora” respecto a las sustancias anteriores utilizadas para fabricar fentanilo.
Por ejemplo, el 222 (1-BOC-4-AP) se ofrecía a US$700 por kilogramo para pedidos de 15 kilogramos, con un pequeño descuento que bajaba el precio a US$650 por kilogramo para pedidos de 20 kilogramos. Su contraparte, el 79 (1-BOC-4-Piperidona), se ofrecía a US$400 por kilogramo para 15 kilogramos y US$350 para 20 kilogramos.
Mientras tanto, el 1-BOC-4-hidroxipiperidina se vendía a US$190 por kilogramo, con un pedido mínimo de 25 kilogramos. El (2-Bromoetil) Benceno era la opción más económica, con un precio mínimo de US$65 por litro para pedidos de 100 litros.
Otro beneficio era la falta de restricciones sobre su venta. Aunque el (2-Bromoetil) Benceno es una sustancia vigilada en México por su uso dual, y la DEA presentó una solicitud en octubre de 2024 para incluirlo en su Lista I de químicos controlados, su venta no está restringida en China. Mientras tanto, en diciembre de 2024, el 1-BOC-4-hidroxipiperidina no estaba regulado en China, México ni Estados Unidos.
También preguntamos al vendedor si podía explicarnos cómo utilizar estos químicos para producir fentanilo. A diferencia de nuestras interacciones anteriores con ellos el año pasado, se negaron a compartir la receta. En su lugar, insistieron en que la compra debía completarse primero. Al igual que en nuestras interacciones previas, las opciones de pago se limitaban a criptomonedas como bitcoin, USDT, TRC20 y ERC-20.
Para fomentar la compra, enfatizaron de manera agresiva la calidad superior de su producto. Por ejemplo, el vendedor criticó la potencia de los productos fabricados en México, alegando que requerían mezclar varias sustancias, lo que era costoso e ineficiente. En cambio, se jactaban de que sus productos tenían “una calidad fuerte”.
Después, preguntamos sobre el envío a México. El vendedor afirmó que podían enviar a través de servicios de mensajería estándar, garantizando una “entrega 100% segura”. Añadieron que los envíos podían hacerse desde China o desde sus almacenes en Hong Kong, Australia, Estados Unidos o Europa.
Terminaron el correo insistiendo: “¿Vas a ordenar 25 kg de 109384 esta vez? ¿Cuál es tu método de pago?”
No respondimos más.
En su sitio web, publicitan “stock en México” de (2-Bromoetil) Benceno, prometiendo “entrega rápida” y “sin problemas en la aduana”. También publicaron fotos que demostraban cómo podría ser empaquetado el producto para su envío internacional.
- La