Buenos Aires, 20 de marzo de 2025-Total News Agency -TNA- La jueza Paula Hualde ordenó la restitución del histórico edificio a sus legítimos dueños, poniendo fin a dos décadas de ocupación bajo el paraguas de una cooperativa vinculada a exmiembros de organizaciones terroristas de los años 70. El lugar fue apoyado por figuras políticas y sociales, y utilizado como refugio por extranjeros y personajes ligados a la corrupción.
Un desalojo histórico en el corazón porteño
El emblemático Hotel Bauen, situado en la esquina de Corrientes y Callao, fue finalmente desalojado tras años de ocupación por parte de la Cooperativa de Trabajo Bauen Limitada, que había convertido el edificio en un centro de operaciones para exterroristas y dirigentes sociales vinculados a actividades ilícitas. La decisión fue tomada por la jueza en lo comercial Paula Hualde, quien ordenó la restitución del inmueble a sus legítimos propietarios, la familia Iurcovich, representada por Marcelo y Hugo Iurcovich.
El edificio, que originalmente funcionaba como un hotel de lujo con teatro y boites en Avenida Callao y apartamentos sobre Avenida Corrientes, había sido tomado en marzo de 2003 por ex trabajadores de la empresa Solari SA tras la quiebra de la misma. Sin embargo, con el tiempo, el lugar se transformó en una “madriguera” utilizada por personajes como Roberto Cirilo Perdía, Juan Grabois, Luis D’Elía y otros autodenominados “dirigentes sociales”, quienes desde allí presionaron a distintos gobiernos para obtener beneficios económicos.
Un pasado ligado al terrorismo, la corrupción y el apoyo político
El Hotel Bauen fue señalado como un centro de operaciones de la organización terrorista PRT, ahora conocida como Santucho, y otros grupos vinculados al activismo social radical. Durante años, el edificio funcionó como un punto estratégico debido a su cercanía al Congreso Nacional, y desde allí se organizaron cortes de calles y reuniones públicas en confiterías de la zona.
El apoyo a este tipo de “empresas recuperadas” comenzó durante la gestión de Aníbal Ibarra como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y continuó bajo el mandato de Jorge Telerman. Además, recibió respaldo de Carlos Heller, del exintendente de Morón, Martin Sabattela y del fallecido Pino Solanas, asi como de la CTA. En su momento, también se alojaron allí personajes vinculados al exministro de Planificación Julio De Vido, así como ciudadanos cubanos y venezolanos, vinculados a los gobiernos de sus países, que utilizaban el lugar como escondite.
Además, se denunció que el edificio permitía el ingreso y egreso por diferentes calles, facilitando actividades ilegales. Según fuentes de Total News Agency, incluso narcotraficantes del conurbano bonaerense utilizaban las instalaciones del Bauen como base de operaciones.
La decisión judicial y el largo camino hacia la restitución
La jueza Hualde destacó en su resolución que la cooperativa no presentó ninguna propuesta durante la etapa de negociaciones, que había cerrado hace 15 días, y que los plazos para la restitución del inmueble estaban “ampliamente vencidos”. La orden de desalojo, aunque sin fecha precisa, pone fin a más de dos décadas de litigios.
El conflicto comenzó en 2000, cuando Solari SA, la empresa que explotaba el hotel, se declaró en concurso de acreedores y posteriormente en quiebra en 2001. En ese mismo año, el inmueble fue adquirido por Mercoteles SA, pero semanas antes de la restitución oficial en 2003, los trabajadores tomaron el edificio por la fuerza.
Desde entonces, múltiples fallos judiciales, incluidas resoluciones de la Corte Suprema, ordenaron la devolución del inmueble, pero las apelaciones y la resistencia de la cooperativa postergaron su ejecución. Finalmente, la jueza Hualde resolvió restituir el edificio a los Iurcovich, quienes garantizaron la continuidad laboral de los empleados bajo condiciones legales y mejores salarios.
El impacto del desalojo
Hugo Iurcovich aseguró que los trabajadores tendrán asegurada su fuente de empleo, con cobertura médica y aportes jubilatorios, algo que la cooperativa no garantizaba. “Hoy los empleados no tienen derechos básicos. Nosotros les ofrecemos estabilidad, sueldos de convenio y mejores condiciones laborales”, afirmó.
El desalojo del Bauen marca el fin de un capítulo oscuro en la historia del centro porteño, donde el edificio fue utilizado como base de operaciones para actividades ilícitas y como símbolo de la impunidad de ciertos sectores. La restitución del inmueble a sus legítimos dueños representa un paso hacia la recuperación del orden legal y la transparencia en una de las esquinas más emblemáticas de Buenos Aires.